El Heliodoro Rodríguez López dictará sentencia, tal y como se esperaba, pero el Tenerife necesitará remontar el 1-0 que se lleva como ventaja la Ponferradina. La diferencia, aunque escasa para los méritos locales en la segunda parte, tiene trampa: los de Quique Medina fueron incapaces de marcar en El Toralín, donde ha jugado tres veces y no ha ganado aún. Por tanto, no le vale cualquier triunfo para ascender: deberá, como mínimo, ganar por dos tantos de diferencia.

El resultado es hasta bueno para el juego desplegado por el cuadro insular, que fue víctima de sí mismo. Cometió los errores de toda la temporada: le costó un mundo guardar el balón, recurrió en exceso al juego directo y no tuvo "maldad" a la hora de buscar la portería contraria. Capítulo aparte merecen los cambios, donde queda demostrada la escasez de recursos de una plantilla muy mejorable para el presupuesto que manejó Pedro Cordero.

Pero todo eso es pasado. Porque el ascenso será cosa de un partido y ya no se puede arreglar lo que ha resultado imposible de mejorar en nueve meses. Sobrará para conseguir el objetivo siempre que la versión del equipo blanquiazul se parezca a la que ha ofrecido en casa ante los equipos más importantes (Albacete, Oviedo o Real Madrid Castilla, por ejemplo).

Igualdad inicial.- Los primeros 45 minutos respondieron a las características de un partido en el que hay tanto en juego y falta calidad. La primera es que la posesión de balón quedó repartida. El centro del campo pareció siempre un campo de minas y los dos equipos recurrieron constantemente a los hombres de banda. La segunda, las escasas ocasiones de gol. Y las que se produjeron propiciadas por errores defensivos, más que por la creatividad propia. La tercera, la polémica arbitral. Por un lado porque el árbitro quiso dejar jugar y evitó las tarjetas. Por otro, debido a un penalti de los que se pitan ahora: mano separada del cuerpo dentro del área. ¿Intención? No. Pero los colegiados se lavan las manos y tiran por el camino del medio.

El caso es que el gol de Yuri no trajo justicia al marcador, a menos que se juzguen solo las intenciones. Porque los locales quisieron más que el Tenerife, demasiado encasillado en el exitoso patrón de La Línea de la Concepción: líneas juntas, presión para robar y salida rápida al contragolpe. Claro que, siendo distinto el adversario, el guión no tenía por qué repetirse. Con todo, fue Zazo el primero en intentar el disparo. En una dejada de Perona, tiró desde la frontal y detuvo Orlando Quintana sin esfuerzo (2'').

Defender con balón.- Es justo lo que no hizo el conjunto que dirige Quique Medina, que, a medida que avanzaba el choque, recortaba el tiempo que dedicaba a hilvanar sus jugadas de ataque y dividía más la contienda. El primer susto llegó en un saque de banda en el que, ingenuamente, los visitantes dejaron botar el balón dos veces en el área hasta que llegó a Acorán, que remató fuera porque no esperaba el obsequio (22''). En una buena combinación berciana, Isaías obligó a Aragoneses a realizar su primera gran intervención de la tarde (24''). A la salida del córner, Carlos Ruiz pudo cabecear favorecido por la estrategia. Lo hizo fuera (25'').

La Ponferradina había tenido su momento, pero tampoco se sentía excesivamente acosada la escuadra canaria. Se limitaba a defender, a base de trabajo, pero sin que serenara su fútbol lo suficiente como para no temer un sobresalto en cualquier momento. Así se encaminó el partido hacia el descanso hasta que la cuarta característica de este tipo de enfrentamientos salió a la luz: la jugada aislada que cambia las cosas. Fue un penalti que señaló Iglesias Villanueva por mano de Pablo Sicilia dentro del área. Y aunque Aragoneses estuvo a punto de detener el lanzamiento de Yuri, la pelota acabó colándose en su portería junto al poste derecho (45'').

Sin reacción.- La segunda mitad acentuó las carencias del Tenerife, al que le faltó autoridad para imponerse. De hecho, concedió que el encuentro se convirtiera en un ida y vuelta del que no salió precisamente beneficiado. En más de una ocasión, la "Ponfe" pudo aumentar su ventaja. Como en una falta ensayada en la que Acorán se topó con Aragoneses (57''). El tinerfeño se soltó más en este tramo y, fruto de una acción individual suya, Sergio Rodríguez acabó disparando fuera por poco (74''). Incluso, él mismo perdonó más tarde (80''). Javi Navarro y Didac (83'' y 84'') tampoco tuvieron la puntería necesaria para mover el marcador.

Mientras, Medina daba entrada a Loro por Perona dejando en el campo al ayer inoperante Aridane. Pero claro, si ingresa en el campo un hombre para tener el balón y canalizar el juego de ataque y el resto del equipo apenas le busca... Más tarde entró Abel, un cambio con claro significado: se daba por bueno el 1-0. Y sí, el resultado es remontable. Pero si no se logra, nos acordaremos de El Toralín. Porque ayer el Tenerife no estuvo a la altura futbolística de un equipo que se jugaba el ascenso. De forma anecdótica también recordaremos la equipación verde y naranja: cuatro encuentros (Cerceda, Oviedo, Leganés y Ponferrada) y cuatro derrotas con esa llamativa combinación de colores.