DEMASIADO sufrimiento. El Tenerife ha llegado hasta la tercera y definitiva eliminatoria de ascenso, algo que la mayoría hubiéramos firmado en el mes de agosto. Solo está a dos pasos de retornar a la categoría de plata, pero sigue empeñado en recordarnos que el "modus operandi" no es el más ortodoxo. El que piense que el fin justifica los medios no va a estar de acuerdo con las líneas que vienen a continuación.

Vaya por delante que no hay que poner una sola pega a la entrega y el compromiso de los jugadores en este "play-off". Cuando cometen un error, que los cometen, no es por ahorrarse una gota de sudor. Tampoco hay queja, más allá de la sana discusión futbolística de los cambios y las alineaciones, hacia Quique Medina y el resto de su cuerpo técnico. Ha derramado coherencia desde su llegada. Ni inventos ni excentricidades.

Hecha la aclaración, no es de recibo el sufrimiento de una afición entregada a los suyos, que ayer batió el récord de asistencia de la temporada en el Heliodoro con más de 14.000 espectadores. Que una eliminatoria sea igualada resulta hasta lógico. Incluso que, siendo inferior, el rival te complique la vida. Pero es que los blanquiazules llevan nueve meses sin devolver el precio de la entrada.

Garantizan eso sí, como ayer después del 1-1 y del 2-2, el suspense. La emoción en el marcador. Pero de fútbol... Encima, la barriobajera reacción de algunos jugadores visitantes al verse eliminados nos recordó de un plumazo en qué categoría estamos. Por si a alguno se le había olvidado con la emoción del 3-2 o por la calidad de Luismi Loro en el pase (algo extraño por estos lares). Pero puestos a sufrir, suframos dos veces más y que ascienda el Tenerife para disfrutar del qué. El cómo no tiene defensa posible.