COMO prólogo al artículo de esta semana de EL DÍA no he encontrado mejor manera, que es la de definir lo que se entiende por accidente, ya que en plena Guerra Civil se produjo en nuestra ciudad un lamentable accidente de circulación que originó una profunda meditación sobre lo mismo por parte de las autoridades. Por accidente se entiende cualquier suceso originado por una acción ajena a la voluntad del causante. Circunstancia que nos hace lamentar el acto en sí y compadecernos del autor de tan involuntario acto.

El día 21 de marzo de 1939, el vespertino "La Tarde" insertaba una nota de la alcaldía, y dado su interés la reproduciremos literalmente.

"Lamentando vivamente la Alcaldía el accidente de tráfico ocurrido recientemente en la calle de San Sebastián, se ve obligada a recordar hoy las normas de circulación dictadas para los vehículos y los peatones, cuya observancia es indispensable para alejar los peligros a ella inherentes. Se recuerda a los conductores de vehículos de todas clases la obligación de observar rigurosamente las señales indicadoras del tráfico y la prohibición de circular por vías urbanas a mayor velocidad de 20 kilómetros, precaución indispensable para que, en todo momento, puedan dominar el vehículo y salvar cualquier obstáculo que se presente en su marcha, lo cual no es posible hacer cuando la velocidad es superior a la indicada.

El vecindario no debe olvidar nunca que los peligros de la circulación crecen con el desarrollo de la ciudad y que debe transitar por las calles guardando las reglas prevenidas, haciéndolo por las aceras de la derecha en el sentido de su marcha y que jamás debe cruzarlas en sentido diagonal, sino perpendicularmente al eje de las mismas. Constantemente es necesario tener en cuenta todo lo estatuido, ya que con su exacta observancia es indudable que muchos accidentes pueden ser evitados, toda vez que estos se originan tanto por la despreocupación de los conductores como por la poca atención que prestan en circular por las calles los peatones y especialmente al tener que atravesar las vías cuyos momentos son los más peligrosos, debiendo cerciorarse antes de verificarlos de si vienen o no vehículos.

A la Guardia Municipal se reitera que de manera constante se dé el más exacto cumplimiento a todo cuanto sobre el particular se halla dispuesto, denunciando cuantas faltas se cometan".

El accidente a que se refería la nota de la Alcaldía ocurrió el sábado 21 de marzo, poco después de las siete de la mañana, y del que resultaron cinco personas heridas, algunas de ellas de gravedad. En dicha mañana, cuando más concurrido se hallaba el puesto de freiduría de churros que el industrial Juan Moreno del Pozo tenía establecido en la calle San Sebastián, frente a la ciudadela número 45 conocida por "La Portada", el camión TF-6031, que descendía por dicha calle con dirección a la avenida Marítima, realizó repentinamente una maniobra encaminada a evitar el atropello de una mujer, con tan mala fortuna que se precipitó sobre el grupo de personas allí establecidas.

La crónica no acaba ahí, pues detallaba nombres, edades y daños de cada uno de los cinco heridos. Solo faltaba decir que el TF-6031 era un camión R.E.O. con número de motor 24B528, inscrito en el mes de enero de 1936 a nombre de Alejandro Hernández Bencomo.

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