Casi tres meses después aceptar la oferta del Saint Eloi Lupopo, de la República Democrática del Congo, Toni Ayala describe su experiencia como "una aventura preciosa y muy enriquecedora", aunque no oculta que en sus primeros días en el país africano se planteó regresar a casa. Ya adaptado a su nueva vida, pese a que todavía hay cosas que le "hieren" el corazón, el técnico de origen grancanario disfruta cada día al comprobar que su trabajo está siendo reconocido.

El que fuera futbolista del Tenerife y preparador, entre otros conjuntos, de San Isidro, Granadilla, Médano y, hasta enero, Las Zocas, contó ayer, en ABC Punto Radio Tenerife, cómo surgió la posibilidad de dirigir al Saint Eloi Lupopo y qué tal le van las cosas en su nuevo destino. Ayala recordó que apenas dudó "cinco minutos" cuando el entrenador Andrés Clavijo y el representante Eduardo Chinea le hablaron sobre la opción de emigrar al Congo. "Enseguida empecé a buscar información de lo que me podía encontrar y dije que sí. Luego esperamos unos días para que nos mandaran la documentación y el pasaporte. Y cuando llegué, hubo momentos en los que quise darme la vuelta. Me costó muchísimo. Incluso en el primer trayecto en guagua se me saltaron las lágrimas, porque vi cosas a las que no estaba acostumbrado".

Una lección de vida.- Su comienzo fue frenético. "No tuve tiempo para nada", relata Ayala. "Nada más llegar me marché con el equipo a Zambia para hacer la pretemporada. El primer día nos encontramos una tormenta espectacular. Pero a la mañana siguiente salió el sol y cambió todo. Y está siendo una aventura preciosa, con problemas y cosas que se solucionan con la ilusión".

Tras el impacto inicial, Ayala fue adaptándose a la vida cotidiana y empezó a "ver como algo más normal" lo que sucedía a su alrededor. "Aún así, hay cosas que no dejan de impresionarme y de herirme el corazón", matiza el técnico refiriéndose a la pobreza que se ha encontrado en el país africano.

"Juré que no me quejaré más, porque aquí la gente se adapta. Los hay que, por ejemplo, no han visto nunca la tele o no han probado un helado, pero ves que sobreviven y lo hacen con una sonrisa en la boca", afirma Ayala, que ha tenido la oportunidad de visitar "casas muy bonitas", porque "aquí quien tiene dinero, lo tiene". En cambio, la realidad de la República Democrática del Congo es diferente. "Después está la otra parte, la más triste. Esos niños descalzos, las viviendas sin terminar... Y los ves que viven, que salen, que tratan de avanzar buscándose la vida de cualquier manera. Y todos lo hacen con la mayor dignidad posible".

Ayala explica que, en medio de este contraste, el fútbol ocupa un lugar especial en la vida de los congoleños. "La gente lo vive con intensidad. Solo hay que ver cómo cantan los futbolistas en la guagua, con qué sentimiento lo hacen y cómo rezan luego en la caseta".

La pasión se percibe incluso en los entrenamientos. Es más, la siente al salir a la calle. "La gente me reconoce. Por la mañana los aficionados me tocan el cristal del coche gritándome ¡coach, coach! Incluso me acompañan todo el ca-mino hasta el campo. Y como no hay trabajo, a los entrenamientos asisten unos cuatro mil fanáticos".

Un club profesional.- Al frente de este club tan entusiasta, del tercer equipo más potente del país, aunque todavía alejado de los poderosos Mazembe -su rival de este domingo- y Vita, está Ayala. "Nos eliminaron en la CAF -Liga de Campeones de África-, pero en el torneo doméstico llevamos una trayectoria que es para estar contentos", asevera el entrenador, que sigue un "día a día muy profesional" en una entidad con sede en la ciudad de Lubumbashi -igual que el Mazembe-. "Nos levantamos muy temprano, porque trabajar más tarde es complicado por el calor que hace, y la rutina que realizamos es normal: entrenamos cada día y a veces en doble turno, nos concentramos antes de los partidos, damos charlas, las comidas están controladas...", señala sobre un equipo que compite en un estadio que tiene capacidad para 35.000 espectadores y que no es el más grande. "Algunos campos son majestuosos. En el de Kinshasa caben 100.000 aficionados", apun-ta Toni, al que le ha llamado la atención el nivel de la Liga. "Me ha sorprendido que hay seis equipos que juegan bastante bien".

Eso sí, considera que el fútbol congoleño tiene todavía mucho camino por recorrer, empezando por la formación de los jugadores, porque existe "el problema de que no hay equipos de base; los niños juegan en la calle sin que nadie les enseñe y por ese motivo presentan luego muchas lagunas técnicas".

En cuanto a su vida personal, Toni ha convertido en su nuevo hogar el hotel en el que reside, al igual que otro español, el preparador físico Alberto Lobato, su "mejor amigo" en la República del Congo. "El lugar es fenomenal. Comemos bien, tenemos nuestra piscina, nuestro gimnasio, nuestros paseos... Pero sobre todo el calor de toda la gente que ha ido, poco a poco, valorando nuestro trabajo".