Decepción. No se puede calificar de otra forma lo presenciado ayer sobre el césped del Heliodoro Rodríguez López. El Tenerife no mereció la victoria ante un equipo, La Roda, que no disparó una sola vez entre los tres palos. Ni quiso porque su único plan era defender con orden y marcharse con un punto de un escenario histórico para un club modesto pero que, por méritos propios, es considerado ya la revelación del Grupo I. En el escaparate puso todo lo que tenía, que fue más bien poco. Pero a base de voluntad y orden logró contrarrestar a un conjunto previsible y demasiado ansioso.

Diferencias en una semana.- La expedición rodense no paró de hacerse fotos hasta que tocó equiparse para salir a calentar. Para ellos era, posiblemente, una oportunidad única. La diferencia con el Real Madrid Castilla era abismal y, en este sentido, lo que sugiere al adversario también. Por eso, nada tuvo que ver la intensidad blanquiazul con la de una semana atrás. Ni siquiera el nivel de concentración. Tampoco el empuje del público, que bastante hizo con mantenerse despierto ante semejante "espectáculo".

El balón, un problema.- Tan marcado como el ADN, el Tenerife arrastra desde el comienzo de la temporada unas dificultades enormes cuando sus futbolistas tienen el balón en los pies y deben llevar el peso del partido. Falta criterio, precisión en el toque, pausa... Ya lo dijo en la rueda de prensa previa García Tébar: "Debemos jugar mejor cuando tenemos el balón". Pues sí. Mucho mejor. O más de un equipo que haga lo que La Roda nos restará puntos.

Loro es mediapunta.- Luismi Loro no puede ser el mediocentro de este equipo. En algún encuentro, por unos minutos y en determinadas circunstancias de otros, puede. Pero si tenemos al mejor mediapunta de la categoría, ¿por qué alinearlo fuera de sitio?

¿Hacer bueno el punto?.- Se volvió a escuchar en sala de prensa eso de "hacer bueno el punto". Fue Víctor Bravo. ¿Cómo se hace? Porque ganando en Vallecas, el punto de ayer sigue siendo un punto. Y el Castilla está más lejos. ¡Malditas frases hechas!

Manolo Sánchez.- Su trabajo es indiscutible, pero no le vendría mal algo de tranquilidad. Incluso para dar instrucciones. Transmite nerviosismo. Su ubicación en la segunda parte, discutible. Menos mal que el árbitro no se percató.