HACÍA TIEMPO que no se sufría en el Heliodoro un arbitraje como el que protagonizó Chavet García, que ayer logró evocar el recuerdo de Caetano Bueno. Su actuación, un 15 de septiembre de 1991 en un Tenerife-Albacete que acabó 2-3, se convirtió en escándalo nacional. Dejó a los blanquiazules con siete futbolistas sobre el terreno de juego y, de las cuatro expulsiones, tres (Torrecilla, Manolo Hierro y Toño) fueron por protestar en la misma jugada. Dos semanas después, el asistente de ese encuentro se retiraba del fútbol rconociendo antes que había levantado el banderín a Caetano indicando mano en la acción previa al dudoso penalty que desencadenó la polémica. Cuatro meses antes, Mazorra Freire había señalado un penalty a favor del Real Madrid después de que Aldana se tropezara solo y fuera del área en el Heliodoro. Míchel convirtió la pena máxima en gol y los blancos ganaron 0-1.

Son dos ejemplos de malos arbitrajes en Tenerife, pero que tendrán su justa réplica en el de ayer de Raúl Chavet García. Cinco expulsiones (Tarantino, Razak Brimah, Andrés García Tébar, Samu y Hugo), un "penaltito" que supuso el 1-0 final, dos goles mal anulados (uno por escuadra), una expulsión perdonada (Álex Pérez) y la triste sensación de querer compensar cada error con otro aún mayor en la siguiente acción. Vamos, un pésimo colegiado. Pero, fíjense como son las cosas, puede que haya que agradecerle su caótica actuación para romper la oda al "cerocerismo" que estaban jugando Tenerife y Getafe B hasta ese tramo suicida del árbitro. Porque el partido era raro. Clásico de un día como el de ayer. Carnavales, horario matinal, un lesionado nada más empezar, otro con los tres cambios ya hechos... De esos que casi estás deseando que acaben al poco de iniciarse. De los que hay que ganar sin alardes y olvidarlos.

Cuando el inefable Chavet García dejó a los blanquiazules con nueve, el Heliodoro se encendió. El equipo sacó casta para resistirse al destino que le esperaba y vivió esos ocho minutos (¡y seis más de prolongación!) con los ojos inyectados en sangre. Tanto que se prodigaron las imágenes inhabituales: Cristóbal Juncal enfadado (con Kiko Ratón por reconocer que había golpeado a Dibi Heus), Pablo Sicilia solicitando el apoyo a la grada, Aragoneses abroncando desaforadamente a Ayoze por su error ¡en un gol anulado!, Manolo Sánchez dando instrucciones fuera de la zona técnica, García Tébar invitado a abandonar el campo por la Policía Nacional previa solicitud del colegiado, el entrenador visitante censurando a uno de los suyos por autoexpulsarse, un directivo getafense increpando al árbitro en el túnel de vestuarios...