E L TENERIFE empieza a encontrar el rumbo. Hasta ahora la temporada había sido un desastre, mal planificada y peor ejecutada, abocada al fracaso, como quedó de manifiesto el día de la derrota ante el Sporting B, pero las decisiones que ha tomado el club desde entonces son acertadas y tienen la contundencia necesaria para recuperar el terreno perdido y poner al equipo en el nivel que se necesitará para ascender. Era necesario cambiar al entrenador y reformar la plantilla, obra de gran complejidad, que culminará esta tarde.

Cordero ha mejorado de manera sensible uno de los puestos más flojos del equipo, el lateral izquierdo; ha incorporado a un jugador que sería franquicia en cualquier equipo de la categoría, Luismi, y suma al proyecto a otro muy bueno, que debe encandilar en Segunda B, Kike López, con cuya entrada en el equipo tal vez consiga arreglar de paso el déficit que hay en el lateral derecho, ya que es muy probable que sea Chechu quien acabe jugando ahí. Los tres fichajes aludidos son buenos, Llorente, Luismi y Kike López están entre los mejores de la categoría. Pero para culminar la reestructuración de la plantilla e incidir en una mejora ostensible del juego de este Tenerife, todavía falta una pieza clave, la del organizador. El equipo sigue necesitando criterio y pausa en el medio para controlar los partidos, para dominar a sus adversarios y para conectar con Luismi, Kike y compañía. Traer tanto talento para jugar directo no tendría sentido.