VARIAS fueron las marcas de fabricantes de automóviles que optaron por el nombre de Mercury para sus productos. La más antigua que llevó por denominación al dios del comercio de la mitología romana fue la yanqui Mercury, fundada en 1897, junto con su homóloga británica de 1905, pero, sin lugar a dudas, la que más fama adquirió de todas ellas es la Ford Mercury (así se llamaban las primeras unidades), fundada en 1938 y que vino, dentro del grupo Ford, a ocupar un espacio intermedio del que hasta la fecha carecía.

Entre las exigencias y objetivos de la Ford con este su nuevo producto, estaba que los mismos reunieran varias condiciones, destacándose entre ellas la de modernidad en sus carrocerías, motor de más potencia y mayor distancia entre líneas. Así, con estas tres características se comienzan a vender las primeras unidades.

En 1942, año de restricciones económicas en nuestras islas y donde la Comisaría de Abastos funcionaba a marchas forzadas para evitar que los alimentos faltaran o cayeran en manos del estraperlo, nos encontramos con que el día 17 de abril de esa anualidad un bando de dicha comisaría ordenaba a todos los patrones y armadores de barcos la obligación de notificar por escrito el mismo día de su llegada a puerto la cantidad total de pescado que traigan en sus bodegas. Pues dentro de todo este ajetreo, nos ha asombrado que el día 19 de mayo de 1942 a un solitario pero impresionante Mercury coupé dos puertas, de ocho cilindros, le son concedidas las placas de TF-6267. Leyendo más adelante sus datos comprendemos la facilidad de su importación, ya que el mismo vino destinado al servicio oficial del Gobierno Civil de esta plaza. De este modo, este elegante Mercury se convierte en el primer ejemplar de esta reciente marca en circular por Santa Cruz. En el transcurso de trece años, este TF-6267 estuvo prestando sus servicios, hasta que finalmente, el día 8 de junio de 1955, es dado de baja oficial del parque móvil de dicho organismo.

A pesar de que las condiciones restrictivas para importar fotingos de los Estados Unidos eran severas, la tentación por poseer este tipo de coches por su alta rentabilidad era superior, y así nos volvemos a encontrar con que el día 26 de febrero de 1954 el señor José Roberto Vives se convierte en el primer propietario del segundo Mercury que rueda por Santa Cruz. La matrícula que le correspondió a este ejemplar fue la TF-8403, y en este caso su carrocería era la de sedán cuatro puertas. Por suerte, en nuestro archivo disponemos de una foto del mismo, y aunque no es de la calidad deseada hemos querido reproducirla en estas páginas de EL DÍA. La misma está tomada en el Muelle Sur y se puede apreciar su elegancia, que era por entonces la "envidia de los demás fotingos". En 1956 pasa a ser taxi, y en este trabajo se mantuvo hasta 1966, año en que es sustituido en su parada correspondiente por el TF-39623. De esta fecha a su desguace poco transcurriría, ya que el día 7 de septiembre de 1967 se solicita su baja definitiva de la circulación y su desaparición.

No todo van a ser noticias desalentadoras para los aficionados a los fotingos, y menos con los Mercury, pues tenemos la suerte de que un bello descapotable rojo impecablemente conservado, y que fue inscrito en el año 1968 y que lleva con orgullo las placas de TF-47835, se conserva en perfecto estado de funcionamiento y ha participado en más de un concurso. De este ejemplar sí podemos decir que está protegido por el dios Mercurio.