La noche del lunes fallecía en Madrid el ex futbolista y entrenador Héctor Núñez, que a comienzos de la década de los setenta dirigió con éxito al Tenerife en Segunda División. Tras una brillante trayectoria como jugador del Nacional de Montevideo y del Valencia, con el que ganó dos Copas de Ferias, recaló en la Isla en enero de 1972 para relevar en el banquillo blanquiazul a Javier García Verdugo. Empezaba así una relación idílica con el equipo tinerfeñista, al que salvó por dos veces del descenso de categoría.

Nacido en Montevideo, el 8 de mayo de 1936, Héctor Núñez fue contratado por el Tenerife cuando contaba con 35 años de edad, tras dirigir al Calvo Sotelo de Puertollano. De esa manera iba a hacerse cargo de un equipo que, en su regreso a Segunda División, sumaba solo tres victorias en quince partidos, en los que únicamente había marcado diez goles. A punto de acabar la primera vuelta, ocupaba la penúltima plaza. Le tocaba reemplazar a García Verdugo, el entrenador del ascenso, que había superado una derrota como local ante el Langreo y una bronca del Heliodoro frente al Oviedo, interrumpida por un gol de Lesmes. Aunque el presidente González Carrillo lo confirmó en el cargo, dos semanas después, tras un tropiezo en Elche, acabó por destituirlo y fichar al uruguayo.

Desde el primer momento, Héctor Núñez aplicó su estilo: entrenamientos duros pero con mucho balón, diálogo y cercanía con los jugadores en el vestuario, juego de toque, aperturas a los extremos y mucha libertad al futbolista creativo. Este patrón le valió para convertir el Heliodoro Rodríguez en un fortín, donde el Tenerife encadenó diez victorias y un empate. Para ello empleó un conjunto plagado de jugadores isleños, entre los que figuraban Domingo, Lesmes, Molina, Pepito, Esteban, Cabrera, Juanito, José Juan, Jorge y Felipe, junto su paisano Daniel Bergara, con ficha de oriundo.

El Tenerife se alejó del peligro y hasta se vio obligado a dejar marchar a Juanito al Barcelona, mediada la segunda vuelta, ante la oferta mareante recibida de la Ciudad Condal. Se clasificó noveno y eludió descenso y promoción.

Acabada la competición, Núñez regresó a Valencia para ocuparse de sus negocios inmobiliarios y la entidad contrató a Ignacio Eizaguirre para la temporada 72-73, aunque apenas encadenó cuatro partidos en el banquillo. El Tenerife no marcó en las tres primeras jornadas y el domingo siguiente, ante el Baracaldo, tampoco lo hizo. La bronca en la grada fue descomunal y el reclamo para que regresara el uruguayo, unánime. Dicho y hecho, la directiva no tuvo problemas para convencerle y la reacción del equipo no tardó en llegar: apoyado de nuevo en el estadio propio, obtuvo 13 victorias como local en 17 encuentros.

El balance fue suficiente para eludir el descenso, pero no la promoción, que emparejó a los blanquiazules con el Ensidesa, un modesto equipo de la localidad asturiana de Avilés. Un 6-2 en la ida resolvió la coyuntura. El equipo volvió a salvarse, nuevamente con protagonismo canario entre sus intérpretes y con el estilo de Héctor Núñez. No obstante, acabado el curso, el preparador volvió a Valencia aunque aquí dejó un grato recuerdo. Pese a los 28 años transcurridos, permanece entre la docena de técnicos que más veces ha dirigido al Tenerife, con 57 partidos de Liga en Segunda División, cuatro rondas de la Copa y una eliminatoria de promoción de permanencia en la categoría de plata.

Entre los muchos equipos que entrenó hasta su retirada, en 2007, también figuran el Rayo Vallecano, Valladolid, Granada, Las Palmas, Levante, Atlético de Madrid, Valencia, Guadalajara (México), Al Nassr (Arabia Saudita), Nacional y Tacuarembó (Uruguay), además de las selecciones de Costa Rica y Uruguay, con la que conquistó la Copa América de 1995, en Montevideo.

El Tenerife emitió ayer un comunicado, en el que, además de lamentar el fallecimiento, anunció que el primer equipo club lucirá luto en el próximo encuentro ante el Alcalá, además de rendirle homenaje, guardando un minuto de silencio, en los prolegómenos del siguiente choque en casa, frente al Sporting de Gijón.