Con tres partidos en ocho días, el Real Zaragoza confiaba en añadir algún punto a su casillero y asentarse en la zona tranquila de la clasificación, pero la realidad de su cero de nueve le ha confirmado que se ha extraviado del camino que conduce a lograr la permanencia además de evitar sustos.

La pésima imagen que ofrecieron en su inicio de la competición, perdiendo por goleada en casa ante un Real Madrid en periodo de engrase (0-6) y empatando sin goles ante el Rayo Vallecano en un patético partido, la fueron superando jornada a jornada hasta imponerse el pasado domingo 16 de octubre con solvencia a la Real Sociedad.

La aparición de una semana intensa, sin descanso por la disputa de un partido en miércoles, se presentaba para el grupo de Javier Aguirre como una excelente oportunidad para agarrarse al furgón liguero de la tranquilidad pero, lejos de subirse a él, volvieron a las andadas y los graves síntomas de las dos últimas campañas han vuelto a hacer acto de presencia con un grave diagnóstico para los intereses maños.

La goleada en el primer partido de la trilogía ante el Osasuna (3-0) fue el primer presagio de lo que se avecinaba.

Desde hace un buen número de años los enfrentamientos con los pamplonicas son un partido que para la afición zaragocista supone bastante más que los tres puntos en juego, por una rivalidad cada vez peor entendida y que en esta ocasión bien pudo concluir en tragedia tras el ataque al autobús maño de los radicales navarros con una barra de hierro en plena ruta de regreso a la capital aragonesa.

Después vino el triunfo por la mínima del Valencia en el estadio de La Romareda con un gol de Jordi Alba en el que gran parte de las carencias defensivas de los hombres que dirige el mexicano Javier Aguirre quedaron, sin tapujos, al descubierto.

Los blanquiazules son el equipo más goleado con veinte tantos encajados en once partidos, lo que supone 1,81 goles por encuentro, y los siguientes son el Villarreal y el Osasuna con tres menos, lo que deja claro que no solo es culpa del set en blanco que les endosaron los madridistas en la segunda jornada. Los navarros, por ejemplo, ante el FC Barcelona recibieron la que es hasta el momento la paliza de la temporada (8-0).

A todo ello se une el sobresaliente protagonismo que se ha visto obligado a tener bajo los palos Roberto Jiménez en un buen número de encuentros, lo que podría haber incrementado todavía más el negativo registro de goles en contra. Su equipo es al que más disparos le realizan por enfrentamiento.

El último capítulo se escribió ante los atléticos, otro de los ex equipos de Javier Aguirre que en tres partidos se enfrentó a dos de ellos, con un planteamiento ultradefensivo en el que en algunos momentos dio la sensación de jugar hasta con ocho hombres, al margen del cancerbero, en esa parcela y tan solo dos atacantes.

No sirvió de nada, a los diecinueve minutos de juego ya habían encajado un gol y a la media hora el segundo que dejó prácticamente finiquitado el choque entre colchoneros y maños.

En las dos últimas temporadas, con bastante peor balance que los nueve puntos que ahora acumula, el equipo aragonés empezó a catalogar de finales cada uno sus partidos muy pronto y el del próximo domingo frente al Sporting de Gijón, si bien todavía no alcanza esa categoría está muy cerca de serlo.

Con el sorprendente triunfo del Granada en Sevilla ayer, el balcón al que se asoman los pupilos de Aguirre está muy cerca del precipicio. Suman nueve puntos, dos más que el colista Getafe, pero hasta cuatro equipos (Real Sociedad, Sporting, Rácing y Granada) de los que dos están en posición de descenso, le echan el aliento en el cogote con solo un punto de desventaja.

El propósito de enmienda frente a los gijoneses es necesario y una nueva derrota podría propiciar la primera crisis realmente grave del año, sobre todo cuando por delante tienen otros dos partidos complicados frente al FC Barcelona en el Nou Camp y el Sevilla en casa.