EL fotingo del que vamos a narrar su historia no necesita tarjeta de presentación, ya que se trata del famoso y mítico modelo T de la Ford Motor Company. Es tal la fama de este modelo y el éxito obtenido por el mismo que no se puede añadir a su descripción nada que todo buen aficionado no sepa.

El precio de la fama en el mundo del motor es el de los motes que a estos famosos modelos les asignaron los usuarios, motes que con el tiempo han pasado a convertirse en casi su denominación oficial. Tal es el caso del VW Escarabajo, mientras que el modelo T se le conoce perfectamente por el de "pedales" o "bigotes", y en los países de habla inglesa su denominación popular fue la de "Tin Lizzie".

Dicho esto entremos en el caso que nos ocupa hoy en estas páginas de EL DÍA. La abundancia de modelos "T" en nuestro parque automovilístico origina que del mismo existan infinidad de anécdotas, accidentes y extraordinarias coincidencias que, de no haber documentación, parecen más bien surgidas de la ficción.

A esta última circunstancia pertenecen dos camiones modelos "T" a los cuales el destino unió de forma sólida y que los hace permanecer durante toda su vida activa prácticamente unidos como si dos hermanos gemelos se tratara.

La historia de estos dos ejemplares se inicia en el mes de mayo de 1924, fecha en que salen de sus cadenas de montaje y emprenden camino a Tenerife, dispuestos a dejar el pabellón "Ford" muy alto, como ya lo venían haciendo sus antecesores desde hacía años.

Tan pronto como llegan a nuestra ciudad, su representante, el prestigioso empresario Agustín Juan Miranda González (1891-1962), los pone a la venta en su establecimiento de la calle Cruz Verde, nº 10, convencido de que muy pronto encontrarían dueños. El precio señalado para los mismos queda fijado en 3.980 pesetas para el modelo desprovisto de motor de arranque eléctrico, y 4.280 pesetas con arranque. Ambos modelos tenían capacidad de carga para una tonelada. El día 24 de diciembre de 1924, al ejemplar con número de motor 9.902.069 le es asignada la placa de TF-1313, mientras que al que lleva motor número 9.902.149 le toca la TF-1314. Hasta aquí esta coincidencia es normal, pues no es el primer caso de que dos "T" lleven matrículas correlativas, pero lo que viene luego es digno de mencionarse, ya que estas coincidencias fueron únicas en la historia de los modelos "T" en nuestro parque automovilístico.

El TF-1313 fue adquirido por el agricultor Teófilo Bello Rodríguez, con domicilio en Tagorote, Arona, quien lo destina al uso agrícola. El TF-1314 fue propiedad de José Bello Feo, residente en La Cañada, Arona, quien destina su "T" a la misma actividad. Así es como estos dos Ford T que se fabricaron en el mismo mes de mayo, y que contribuyeron en esa misma fecha a alcanzar la cantidad de diez millones de unidades, se convirtieron en hermanos inseparables e incluso "colegas de profesión" por un largo periodo de funcionamiento.

Por ironías del destino, tanto el TF-1313 como el TF-1314 han desaparecido de la circulación, como otros ejemplares de las mismas características y marca. En la actualidad, los fotingos "T" que han logrado llegar a nuestros días son escasísimos, y, a pesar de que en sus tiempos fue el modelo más numeroso de todos cuantos rodaron por nuestras carreteras, fueron cayendo en combate uno tras otro. Pero así de caprichosa e ingrata es la historia de nuestros valientes, populares y robustos "Ford de pedales".

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