La falta de carácter y de actitud de la plantilla del Real Madrid ha hundido el enésimo proyecto del club, con la eliminación en semifinales de la Liga ACB a manos del Bizkaia Bilbao, y el equipo blanco acumula ya 4 años sin ganar la Liga, 18 años sin ganar la Copa del Rey y 16 años sin ganar la Copa de Europa.

La clasificación para la Final a cuatro de Barcelona y la presencia en la final de la Copa del Rey son las únicas notas positivas, aunque ambas experiencias finalizaron siendo traumáticas, en una temporada decepcionante que comenzó mal y ha terminado peor.

La llegada de Juan Carlos Sánchez como nuevo responsable de la sección, en la pretemporada, y la salida del director deportivo Antonio Maceiras, poco después, junto con el intento de dimisión del entrenador Ettore Messina porque el club no atendía sus peticiones fueron el caldo de cultivo de la debacle que se ha producido.

La plantilla sufrió otro vuelco con las llegadas de Clay Tucker, Sergio Rodríguez, Nicola Mirotic, D''Or Fischer y Carlos Suárez. Y las salidas de Kaukenas, Lavrinovic, Bullock, Jaric, Van den Spiegel y Almond.

Messina comunicó a Jorge Garbajosa que no contaba con él y que se buscara equipo, aunque luego se vio obligado a dar marcha atrás por órdenes de la dirección del club. Y sobre Felipe Reyes también planearon serios nubarrones desde la dirección técnica.

Con el comienzo de la temporada pareció que las aguas se amansaban, pero la salida del equipo de Jorge Garbajosa, en el mes de enero, para hacer hueco a Mirza Begic, que al final ha jugado nada o casi nada, volvieron a enturbiar mucho el ambiente del Real Madrid.

La dimisión de Messina el 4 de marzo fue otro suceso en un equipo en el que ya cada uno iba por su lado, con Vidal y Velickovic, gran candidato a ser el próximo MVP de la Euroliga si se confirma su fichaje por el Panathinaikos, olvidados en el banquillo, con Sergio Rodríguez perdido y con Sergio Llull, Felipe Reyes, Carlos Suárez y Nicola Mirotic, una grata sorpresa, como únicos abanderados del equipo.

Tras este nuevo mazazo, la plantilla se juramentó para intentar llegar a la Final a cuatro y salvar la temporada y, ayudada por los cruces, tras no pocos problemas lo consiguió a costa del Power Electronics Valencia.

Pero en Barcelona, el equipo sufrió un nuevo batacazo de dimensiones catastróficas. Maccabi y Montepaschi Siena pusieron al Real Madrid en su verdadero nivel, un escalón o dos por debajo de los mejores del continente.

Aquí se acabó el equipo y la conjura. Y cada uno volvió a ir por su lado. Ante el Fuenlabrada se maquilló todo por la victoria, pero ante el Bizkaia Bilbao salieron a relucir todas las tiranteces y defectos de una plantilla falta de carácter, de actitud y, en algunos casos, hasta de profesionalidad, no en los partidos pero sí en los entrenamientos.

Lele Molin, que pareció conectar con la plantilla en los primeros días tras la salida de Messina, perdió sintonía con los jugadores.

Velickovic, Vidal y Begic se convirtieron en espectadores de lujo en el banquillo. Mirotic dejó sitio a Reyes en pista. Carlos Suárez fue de más a menos. Llull y Sergio Rodríguez intentaban correr y Pablo Prigioni parar el juego del equipo. Tucker, Fischer y Tomic tampoco ayudaron.

Si, como parece, Tucker, Prigioni, Velickovic y Vidal dejan el equipo, y muy posiblemente también Begic, además de Molin, el Real Madrid deberá fichar a un entrenador, un base, un escolta, un alero, un ala-pívot y quizás un pívot. Es decir, una nueva revolución, un nuevo proyecto, un nuevo equipo para empezar casi desde cero a ilusionar a la afición e intentar ser otra vez un equipo ganador en España y en Europa.