"Se consumó el descenso del Tenerife". "Adiós a la Segunda Di-visión A. ¡Viva la Segunda B!". "El Tenerife ya estiró la pata". No es el adelanto de los titulares que se podrán leer en la prensa tinerfeña dentro de pocas fechas, quizás el próximo lunes, sino los que eligieron EL DÍA y JORNADA hace 25 años para encabezar las crónicas de la confirmación de la caída a la categoría de bronce del Tenerife, hecho que se produjo el 4 de mayo de 1986 después de una derrota en el campo del Rayo.

El equipo blanquiazul se quedó sin opciones de salvarse a falta de dos jornadas para el final de una Liga que reunió a veinte equipos y en la que bajaron los cuatro últimos. Además del Tenerife, que descendió como penúltimo -con 26 puntos sobre 76 posibles-, perdieron su plaza Albacete, Aragón y Atlético Madrileño. El equipo que en esa fase del campeonato entrenó Domingo Rivero encajó la derrota definitiva en su visita a un rival directo, el Rayo Vallecano, que, como ahora el Nástic, marcaba la frontera entre los que se salvaban y los que descendían. La diferencia de puntos entre madrileños y tinerfeños era de cinco -se premiaban los triunfos con dos puntos y los empates con uno-, de manera que a los blanquiazules solo les valía vencer. Sin embargo, como en muchos otros encuentros, la suerte no estuvo de su parte.

La alineación.- Para tratar de sorprender al Rayo, Rivero se decantó por una alineación formada por Celestino, Alfonso García, Sirvent, José Ramón, Toño Hernández, Chuti, Quique Medina, Paulo Roberto, Julio Suárez, Alonso y Lacalle, y con el paso de los minutos dio entrada al campo a Haro y Chalo. Dos de estos jugadores están vinculados en la actualidad al club. Se trata de Toño, que esta temporada ha sido segundo entrenador y ahora trabaja en la secretaría técnica, y Quique, el hombre de confianza de un David Amaral que sufrió el descenso del Tenerife desde la distancia, ya que esa campaña jugó cedido en el Binéfar, equipo del que regresó el verano posterior para ser uno de los pilares del siguiente proyecto.

En el Rayo Vallecano destacó la presencia de un viejo conocido de la afición blanquiazul, el delantero Rubén Cano, que pasó de héroe de las anteriores temporadas en el representativo a autor de los dos goles que empujaron a su exequipo al abismo. El primero llegó en el minuto 10 a raíz de un penalty que el árbitro Díaz Vega señaló en el área de Celestino por manos de Chuti. El argentino no perdonó, al igual que en la ocasión que se le presentó una hora más tarde: cesión de Trobiani y remate certero de Rubén Cano para el 2-0.

Un equipo impotente.- Seguramente condicionado por esa dinámica adversa de la que tanto se habla ahora para analizar al Tenerife del presente, aquel equipo se mostró incapaz de sobreponerse al primer tanto de Rubén Cano. Así lo cuenta la crónica que publicó JORNADA el 5 de mayo de 1986. "Madrugó el argentino para marcar en Vallecas, pero el Tenerife tuvo nada menos que 80 minutos para empatar. No era tan fácil, sobre todo si se tiene en cuenta que enfrente tenía a uno de los equipos de la tabla con mayores concesiones defensivas y que ha perdido una gran cantidad de puntos en casa. Pero el Tenerife no pudo o ni siquiera intentó reaccionar".

Resignación.- Una vez finalizado el partido y con el Tenerife sentenciado, Domingo Rivero describió el estado de ánimo de sus futbolistas y habló de lo sucedido en Vallecas. "Estamos muy tristes porque es un duro golpe para la afición, para los jugadores y para la directiva", declaró para añadir a continuación que "se nos ha escapado el último cartucho y la responsabilidad de tener que sumar los puntos nos pesó demasiado".

La despedida.- Tras esta cita de triste recuerdo, el Tenerife jugó dos partidos más antes del cierre. El siguiente domingo recibió al Castilla de Llorente, Aldana, Gay, Salmerón y Pepe Mel, con el que firmó tablas (1-1). "El Tenerife, más triste y gris que nunca, se despidió cediendo", tituló JORNADA una información en la que se destaca la escasa afluencia de público al Rodríguez López. "Unos mil espectadores se repartieron por las cuatro gradas del estadio. Indiferencia a la hora de salir los equipos al campo y también al final".

Ni siquiera en la última jornada el Tenerife pudo celebrar una victoria, pues cayó por 2-1 en el estadio de Riazor ante el Deportivo. Tras este resultado, el representativo se quedó en el decimonoveno puesto con un balance de 8 triunfos, 10 empates, 20 derrotas, 43 goles a favor y 59 en contra.

Un proyecto fallido.- El Tenerife retornó a Segunda B el 4 de mayo de 1986 después de tres temporadas consecutivas en la división de plata. La directiva encabezada por José López Gómez apostó por dar continuidad al entrenador esloveno Dragoljub Milosevic, que no llegó a terminar la temporada, pues los resultados adversos que acumuló el equipo en la primera vuelta de la Liga provocaron su despido -en la vigésimo cuarta jornada- y la elección como sustituto de Rivero, que era el técnico del conjunto juvenil. Los rectores de la entidad optaron por renovar un plantel del que salieron jugadores como David Amaral -cedido al Binéfar-, Manolo, Lasaosa, Paco Brito, Andrés, Ordoqui o Voro, al que regresó el atacante Chalo y en el que se convirtió en el fichaje estrella Julio Suárez, procedente del Real Madrid. El grancanario finalizó la Liga máximo goleador del Tenerife, con 16 tantos. Junto a Julio se sumaron a la plantilla Lacalle, Haro, Sirvent (los tres, del Espanyol), Chuti (Calvo Sotelo), Alonso y los extranjeros Walter Gesto, Moura y Paulo Roberto.

Una nueva era.- A pesar del desenlace de la Liga, el tinerfeñismo no tardó en encontrar un motivo para ilusionarse, pues semanas antes de que se confirmara el descenso a Segunda División B había comenzado a gestarse una nueva etapa en el club. En ese entonces nadie podía imaginar que dos años más tarde la afición iba a celebrar un ascenso a la élite y que en la década posterior los blanquiazules iban incluso a competir dos veces en Europa. Lo único que se sabía hace justo un cuarto de siglo era que un grupo de socios estaba dispuesto a relevar a la directiva de López Gómez. En el artículo de EL DÍA sobre el mencionado Rayo-Tenerife ya se indicaba que "la esperanza" venía de la mano de un médico llamado Javier Pérez y de su "Alternativa Blanca y Azul". La actividad de los futuros dirigentes no cesó en esas fechas: reuniones con equipos de toda la Isla, envío de información a los socios, contactos con jugadores -se aseguraba que Julio Suárez iba a seguir y que interesaban Tata, del Lanzarote, o Aguirreoa-, con entrenadores -finalmente se apostó por Martín Marrero-... El cambio estaba cantado y López presentó su dimisión en la asamblea del 14 de mayo, un mes y cuatro días antes de unas elecciones en las que arrasó Javier Pérez.