Cartagena y Tenerife parecieron no tener muchas ganas de jugar el partido de ayer. Quizá porque era martes, un día más de "Champions" que de Segunda. O puede que por lo incómodo que iba a ser el encuentro. Por eso tuvieron mucho miedo a cometer errores desde el principio. Como intuyendo que el primero que se equivocara lo pagaría caro. Y así fue. Pasada la hora de partido, con el público muy nervioso porque su equipo flojeaba y el rival empezaba a creérselo, una mala decisión en la salida de balón tinerfeña propició un contragolpe que culminó muy bien Toché (65''). El delantero sólo le ganó la partida en esa ocasión a Pablo Sicilia y Ezequiel Luna, pero fue suficiente. El conjunto blanquiazul (ayer verdinegro) ya no tuvo respuesta.

Pero hay que explicar cómo se llegó a ese momento. Salió con bríos el cuadro de Juan Ignacio Martínez, como queriendo resarcirse de su mala actuación de Córdoba. Sergio se quedó a media salida en un envío de Rodri sobre Toché, que no acertó en su intento de vaselina (5''). El interior, una de las novedades en el once local, lo intentó más tarde revolviéndose en un lateral del área (17''). Pasado ese vendaval inicial con más ruido que nueces, el Tenerife empezó a soltarse. Primero entró en el juego del "correcalles" que proponían los blanquinegros. Y ahí supo hacer daño. En un robo de Kitoko, Bertrán se internó hasta la línea de fondo y centró hacia Nino, cuyo cabezazo se marchó lamiendo el palo derecho de Casilla (25''). En otra transición rápida, Botelho estuvo a punto de introducir el balón en su portería para evitar el remate de Nino (31'').

Los insulares se sacudieron el dominio inicial del Cartagena y fueron capaces a continuación de negarle la pelota. El encuentro cambió de ritmo. Las incomodidaddes se pasaron al otro bando y llegó la mejor ocasión para el equipo visitante. Fue en un rechace de la defensa que fue a parar a los pies de Nino. Delante del punto de penalty y con el balón perfecto para el remate, el almeriense chutó a las manos de Casilla (37''). Ni uno ni otro se esperaban lo que pasó. El delantero no se terminó de creer el regalo de la zaga y el portero miró al cielo para agradecer su parada.

Fueron los mejores minutos de un Tenerife que, por primera vez en 27 jornadas de Liga, repetía once inicial. Esto explica muchas cosas de una trayectoria liguera llena de tropiezos y decepciones, pero que empieza a enderezarse desde la llegada de Antonio Tapia al banquillo. La intención era darle confianza a una escuadra que, si tiene una carencia es precisamente ésa, la de la falta de confianza.

Pero el conjunto local no se había ido del partido y respondió a los zarpazos del adversario con dos nuevos acercamientos a la meta de Aragoneses. Lo intentó de falta directa José Carlos, pero su disparo se marchó alto. Nada que ver con el gol que convirtió la pasada temporada ante los blanquiazules cuando militaba en el Sevilla (39''). En la acción siguiente, Cala se adelantó a su marcador en un córner pero cabeceó fuera.

La llegada del descanso fue festejada por ambos contendientes que, lejos de abandonar sus miedos en la caseta, los acrecentaron en la segunda mitad. Fueron 45 minutos para olvidar. El Tenerife ya no tuvo el control de la situación en ningún momento. Careció además del empuje necesario para ir a por el partido cuando los locales pedían a gritos los cambios que Juan Ignacio Martínez se empeñaba en retrasar. Cuando, por fin dio entrada a Longás, su equipo le agradeció el aire con una acción aislada que definió el choque. El gol de Toché pudo poner el punto y final a la noche ¿futbolera?

La grada se tranquilizó y vivió cómoda los 25 minutos finales. Tanto como los suyos, que dieron un paso atrás y se resguardaron cerca de su portero. Tapia movió ficha (ya había dado entrada a Omar tras el descanso por la lesión de Dubarbier), haciendo debutar a Igor y buscando las individualidades de Kome. El sacrificado fue Hidalgo, lo que retrasó la posición de Julio Álvarez. Pero el Tenerife nunca tuvo las ideas claras. Quiso combinar hasta la saciedad cuando no había espacios ni rupturas, no ganó un solo uno contra uno en ese tramo de partido y ni siquiera supo buscar un fútbol más directo cuando el tiempo se agotaba.

Por eso, no se puede hacer referencia a una sola ocasión visitante en ese tramo de partido. Pocas veces habrá defendido tan cómodamente el Cartagena una ventaja tan exigua como anoche. De hecho, el partido acabó más cerca del área de Sergio Aragoneses que de la de Casilla. Sin fuerzas y sin convicción, la derrota tinerfeña estaba cantada desde el 1-0.