El Tenerife rescató un punto cuando el 2-0 del Córdoba le había hecho precipitarse al abismo. Fue a base de fútbol. Recuperó un dibujo más natural, quitando la pared del centro del campo en beneficio del juego entre líneas, del atrevimiento por las bandas y la ambición, tan obligada por la desventaja como necesaria desde el arranque para mejorar e iniciar la remontada.

Todo pasó tras el descanso porque la primera parte que brindaron andaluces e insulares es digna de una denuncia a cualquier oficina de defensa del consumidor que se precie. Entre el conservador planteamiento de Mandía (con Melli de pivote defensivo, Ricardo y Mikel por delante y sin un delantero de verdad en el once) y el pobre fútbol que ya es habitual en los locales, los 45 minutos se repartieron en el Nuevo Arcángel entre bostezos y pitadas. Ni siquiera un par de sorprendentes decisiones de Piñeiro Crespo hicieron reaccionar de otra forma a un público que presenció un espectáculo deplorable y que debería ser castigado. Si ésta es la forma en la que debe salir el cuadro blanquiazul de los últimos puestos, el camino va a resultar tortuoso.

La renuncia a los principios del éxito en la campaña del ascenso fue total. El juego combinativo brilló por su ausencia, igual que el juego entre líneas. Allí donde sentó cátedra Alfaro en las dos últimas campañas, no hay jugadores del Tenerife ahora. Ayer apareció a ratos Ricardo y otras veces Mikel Alonso. Pero como ninguno de los dos está habituado a nadar entre tantos obstáculos... No hubo un solo disparo entre los tres palos. Juanlu y Ricardo, ambos desde la frontal del área, lo intentaron con escaso éxito (11'' y 41''). Como la filosofía de Alcaraz tampoco desprende generosidad, su equipo sólo se acercó a la meta de Sergio ¡en un saque de banda! que no llegó a rematar Pepe Díaz.

El descanso permitió desahogarse a la hinchada local y desperezarse en el sillón a la visitante que seguía el partido por la televisión. Nada tenía que cambiar en la reanudación, pero Piñeiro Crespo se iba a encargar de acabar con el aburrimiento. Se inventó un penalty en un forcejeo dentro del área, en el que Prieto nada hace por derribar a su par. Jorge Luque, aunque el colegiado en su afán de protagonismo le hizo repetir, adelantó a los suyos (50''). Sufrieron los blanquiazules su reacción habitual a un gol en contra. En lo que lamentaban su desgracia, una chilena de Charles pareció sentenciar la contienda (58'').

Mandía tiró de lógica y dio entrada a Natalio y Kome, poniendo punto final a un planteamiento (el famoso 4-1-4-1) que sin jugadores de talento y llegada en el medio no sirve más que para retener el 0-0 hasta que llega un acierto del rival. La entrada del camerunés hizo pensar a la zaga andaluza, que empezó a tener algo de lo que preocuparse. Su primer aviso, tras pase de Natalio, lo tapó Navas no sin apuros (68''). Es verdad que el conjunto que dirige Lucas Alcaraz perdonó el 3-0 en dos contragolpes, el de Flores muy claro (67''). Pero no lo es menos que el sentido del encuentro comenzaba a inclinarse hacia la portería cordobesa.

En otra acción de Kome llegó el gol que metió al Tenerife en el partido. Superó a De Coz y, ya dentro del área, entregó para Mikel Alonso. El remate del tolosarra fue de delantero: la puso al segundo palo y lejos del alcance de Raúl Navas (69''). Quedaban tantos minutos por delante que el Córdoba temió y dio un paso atrás, que terminó por entregar la pelota a los visitantes. Ricardo se creció y empezó a distribuir, multiplicándose las llegadas peligrosas. Kome volvió a intentarlo (82''), sembrando más dudas en el rival.

Pero los blanquiazules necesitaban algo más y Mandía se decidió por Josmar Zambrano. Con los blanquiverdes replegados, el venezolano campó a sus anchas y dio sensación de peligro (y criterio) cada vez que tocó el balón. De una combinación en la que participó el mediapunta, nació el empate. Natalio, desacertadísimo hasta entonces, resolvió desde dentro del área con la colaboración de Navas (86''). Desmelenado, el Tenerife fue a por más. Vio la posibilidad de completar la remontada, pero no pudo. Iriome, de cabeza, dispuso de la mejor ocasión a pase de Prieto (88''). Fue un buen rato de fútbol que deja una pregunta en el aire: ¿El buen sabor de boca del 2-2 hubiera sido el mismo de haber triunfado la idea inicial?