El del domingo ante el Cartagena no fue un Tenerife convincente, ni mucho menos, pero su actuación sí representó un avance notable con respecto a la imagen que había ofrecido el equipo hasta ahora. La mejoría tiene que ver con progresos de tipo mental, porque todos los futbolistas respondieron con firmeza al desafío de un partido tan difícil de jugar, y también de carácter futbolístico, porque el Tenerife fue más competitivo. Excepto la semana de Merino, lo anterior había sido una degeneración paulatina. Cada semana, el Tenerife jugaba peor. Este domingo se detuvo la caída, malamente en el resultado y de forma más notoria en el juego.

El sistema.- Mandía puso en el campo un dibujo clásico en estos tiempos. Un 4-2-3-1, con la novedad esencial de elegir tres medias puntas diferentes a los que venían siendo titulares. Julio Álvarez a la derecha (esa fue su primera posición cuando era una gran promesa en juveniles), Antonio Hidalgo donde ya le colocó Merino contra el Xerez y Kome en su sitio. Todo muy natural. Su elección para los volantes del medio, que parece que es el caballo de batalla de este equipo, fue prolongar la titularidad de Mikel Alonso y Ricardo, en paralelo, saliendo uno de ellos con la pelota en diagonal por delante del otro. El problema es que la pareja no mezcla. Parece claro que Ricardo es más aprovechable con un futbolista que le cuide la espalda, no con alguien que se reparta su tarea.

Estilo y posición.- El equipo jugó en 35 ó 40 metros durante toda la primera parte. La idea de achicar el campo obedece a facilitar la defensa coletiva. Si hay poca distancia, cada jugador hace menos recorrido para apretar al rival. La línea que activó esa maniobra fue la zaga, que estuvo decidida para restar metros hacia delante. Comoquiera que el punta referencia del rival, Toché, se emparejó con Luna, el argentino fue el que más veces salió de su zona a apretar y fue el que más lució.

En superioridad.- El equipo funcionó aceptablemente en el desarrollo de lo previsto. O sea, achicar, apretar, recuperar y salir en velocidad. Donde realmente fracasó fue en la fase de superioridad numérica, porque no tiene todavía un funcionamiento trabajado. Los jugadores, ansiosos, tomaron muchas decisiones equivocadas. Es la asignatura pendiente. Es razonable pensar que no ha habido tiempo.