ARCONADA empezó a edificar su Tenerife por el tejado; Mandía ha puesto primero los cimientos. Esta es la primera gran diferencia, sin ánimo de que la comparación se perpetúe más allá de esta simple apreciación.

El equipo de las cuatro primeras jornadas estaba construido desde la intención de juntar en el ataque a Nino con Natalio (bajo la influencia del coste de su fichaje). Esa elección le quitó escalonamiento ofensivo al equipo. La obra de Arconada continuó en sentido inverso, desde la punta ha-cia la zona de medios, con la dupla Ricardo-Hidalgo, de inconveniencia sobradamente comentada. Se trataba, en definitiva, de meter a todos los buenos, aunque resultase menos aconsejable para el funcionamiento colectivo. Tal es así, que cuando pudo contar con Julio Álvarez lo puso de mediapunta en la izquierda. El caso era buscarle sitio...

No sé que será de Mandía en el Tenerife, pero ha entrado con discreción, mesura y sentido común. No son asignaturas del curso de entrenadores, pero sí virtudes esenciales para hacer carrera en un equipo. Durante la semana Mandía estuvo conservador, discreto y comedido, buena manera de evitar facturas en el futuro (uno es esclavo de lo que dice y dueño de lo que calla); y la puesta en escena de su equipo en el campo dejó la muestra del sentido común con el que el técnico ha priorizado la mejora defensiva y la aspiración de darle cuerpo de bloque al equi-po, por encima de la tentación de buscarle sitio a jugadores de tanto peso específico. Ahora hay que poner el tejado.