C UANDO aún no se han cumplido 24 horas de la eliminación del Socas Canarias en esta temporada, entiendo que no puede haber distinta sensación que la del desconsuelo de haber estado muy cerca de un premio enorme. Todavía quedarán noches en las que, tanto los protagonistas deportivos, los dirigentes y, de manera especial, sus seguidores, se desvelen con imágenes de los momentos en los que su equipo casi se cuela en una final, por el ascenso a la ACB, que hubiese disparado todo el optimismo.

Lo contrario, que por otra parte sería la reflexión más coherente, es decir, celebrar la excelente temporada que ha hecho la plantilla de deportistas y el no menos paso de gigante que ha dado la entidad en la consolidación de un proyecto muy ambicioso, entiendo que sería una inconsciente equivocación, por la celeridad de la misma. Tiempo habrá para ese análisis, pero de momento lo que ha quedado es ese bajón anímico, que por otra parte no debería tardar mucho en disiparse.

Y así lo han manifestado ya los protagonistas. Excelente temporada pero con el consiguiente luto deportivo que hay que guardar tras la derrota de ayer en Menorca. Al final fue el factor cancha, una vez más, el que decidió una eliminatoria muy igualada en la que el Socas Canarias sufrió, a lo largo de la misma, la escasa aportación de tangibles desde la línea de tres puntos. Ese referente se había convertido en una filosofía deportiva en el grupo de Alejandro Martínez. En esta serie sólo han convertido una media de cinco por encuentro y eso parece haber sido poco argumento para encontrar equilibrio con los puntos del interior.

Hemos asistido a una eliminatoria muy física, de mucho desgaste, en el que el equipo de Paco Olmos sabía que podía tener ventaja en ese cuerpo a cuerpo. Parecían luchar siempre en superioridad numérica. Ayer, envalentonados por su público, Menorca consiguió abrir por dos veces la diferencia en el marcador. La primera con la serie que encadenó Víctor con dos triples. La segunda, y que a la postre fue la definitiva, con un nuevo buen tercer cuarto de Umeh, que liberó ansiedad a un equipo que no quería verse con un marcador igualado en los instantes finales. El segundo intento de remontada sirvió para quedarse a escasos metros de la orilla.

Seremos también de los que, cuando pasen unas horas, sólo tengamos palabras de elogio para la trayectoria en esta temporada de la plantilla y de la entidad. Su responsabilidad, a la hora de dar el paso para hacer crecer otro poco más al Club, se ha visto recompensada por unos resultados deportivos muy altos y por una respuesta social, ejemplificada en el aforo en cada partido, que sin duda reportará la continuidad de un proyecto que aspirará a subir otro peldaño. De momento, hoy, también tenemos algo de desconsuelo.