EL SOCAS CANARIAS ha vuelto de Menorca con los deberes hechos. Y lo ha conseguido, fundamentalmente, basado en tres aspectos.

El primero e indiscutible, por la aportación de la mejor pareja interior de toda la Liga. Los números de Richi y de Jakim son una garantía y un valor seguro para la plantilla. Delante, siguen siendo el referente en el juego del cinco contra cinco. Detrás, rebotean, taponan y defienden la pintura con mucha jerarquía sobre los rivales. Lo de ayer vuelve a ser difícil de calificar. El tinerfeño acumula muchos minutos en la pista en cada encuentro, y recibe el castigo de sus rivales de una forma continua, sin embargo sus dolencias físicas no parecen restarle capacidad en el juego. Y Donaldson, a pesar del golpe sufrido durante el primer partido, volvió a aportar unos tangibles que son inalcanzables para el resto de los mortales. Quince rebotes, dieciocho puntos y ocho faltas recibidas para irse once veces al tiro libre. Soberbio.

El segundo aspecto es el trabajo defensivo del colectivo. Dejar a Menorca, con el potencial ofensivo que atesora, en una media de sesenta puntos entre los dos partidos, supone un aval que les ha permitido mitigar el escaso acierto desde la línea de tres que está teniendo el equipo de Alejandro Martínez. Sólo siete triples entre los dos partidos, impide aspirar a ese deseado equilibrio entre la aportación de los interiores y de los exteriores en los laguneros. Encomiable actitud de medio campo hacia detrás.

Y el tercero es la fortaleza mental que tiene un grupo deportivo que sigue creciendo y que suele manejar a la perfección los momentos claves de los encuentros. El parcial en el inicio del último cuarto de ayer, es ejemplo de concentración y de autoridad en la pista y en el banquillo, con un entrenador que hace encaje de bolillos para tener siempre en cancha un quinteto competitivo, contando con menos potencial que su rival.

La serie está donde quería el Socas Canarias. Ahora tiene dos oportunidades que no debe dejar escapar. Es difícil gestionar la ansiedad cuando hay tanto en juego, pero tendrá que ser una receta que deba manejar el equipo para afrontar cada partido, cada cuarto y cada minuto, de esos dos encuentros que podrían meter a los aurinegros en la final por un puesto en la ACB. La grada será la encargada de poner todo el ambiente necesario para que los nuestros se sientan cómodos. La eliminatoria, como poco, todavía va por la mitad.