Hay cosas en el fútbol y en la vida que resultan inexplicables. Una de ellas es que el Tenerife, incapaz de lograr un triunfo en sus quince visitas anteriores, gane siempre (o casi siempre) en El Molinón. Era la penúltima esperanza y a ella se agarró con fuerza la escuadra canaria. Había prometido cambios José Luis Oltra para encontrar el camino correcto y cumplió con creces. Para empezar, ubicó a Héctor en el lateral zurdo y devolvió a Sicilia al centro de la defensa para formar dúo con Culebras. En el doble pivote, sacrificó a Ricardo y Richi en beneficio de Mikel Alonso y Román Martínez, casi defenestrados en las últimas jornadas. Eso sí, el valenciano no quiso renunciar a la posesión de balón, el juego combinativo o la presión adelantada. Otra cosa es el resultado de esas saludables intenciones iniciales.

Todo cambio genera incertidumbre y eso fue lo que le sucedió al cuadro visitante en el arranque. Un error de Culebras, al que ganó la espalda Barral, permitió a los asturianos crear la primera ocasión, finalmente tapada por Sergio Aragoneses (3''). Pero quizá por la motivación de verse como titulares, la pareja de mediocentros fue ganando confianza y le dio intensidad defensiva al conjunto insular ofreciendo algo que, hacía varias semanas, había desaparecido: las ayudas. La idea de asfixiar la salida de balón local, impidiendo a Rivera sentirse cómodo, surtió el efecto deseado.

Con demasiada frecuencia recurrieron los de Preciado al balón largo, lo que favoreció la recuperación de su rival. Diego Castro salía de sitio para entrar en contacto con el esférico, pero sólo conseguía entorpecer la circulación de los suyos. Luis Morán estaba desaparecido y De las Cuevas vagaba sin rumbo. Sin esta línea, el Sporting es menos. Mucho menos. En ataque, la movilidad de Nino y Alfaro y las buenas incursiones de Juanlu hicieron sentir al Sporting que existía el peligro de verse por detrás. Nino dispuso de dos ocasiones para convertir esa sensación en realidad.

Primero aprovechó un rechace para plantarse delante de Juan Pablo, que le achicó el espacio dejándolo casi sin margen de maniobra. El disparo se terminó estrellando en el cuerpo del guardameta (10''). La segunda, aún más nítida, llegó tras un resbalón de Gregory. El almeriense, en una posición algo escorado, mandó al palo el balón y las esperanzas blanquiazules (36''). Para entonces arreciaban los pitos para los de casa. Ayoze, algo menos acertado que en otras ocasiones en las entregas, había puesto antes un buen balón a Alfaro, que no llegó por poco (23''). Con Román Martínez crecido y tomando buenas decisiones en la salida y Mikel consagrado a lo que mejor le sale, la contención, Sergio vivió un final de la primera parte tranquilo.

Claro que el mal de anteriores encuentros se repetía: buenas sensaciones, muchos méritos, no llega el gol propio y… el miedo crecía. Pero esta vez no. Esta vez tocaba darle la vuelta a la historia, revertir la situación. Y eso que el temor se iba a ver acrecentado en la salida. Las correcciones de Preciado en el descanso mejoraron algo a su equipo, que, aprovechando el despiste inicial (y habitual) del Tenerife, logró crear una clara ocasión. Fue un pase interior de Rivera hacia Morán al que tapó Aragoneses (46'').

Pero fueron unos pocos minutos hasta que todo volvió a su cauce. Una falta lateral lanzada por Juanlu no encontró rematador, pero iba hacia la portería y Juan Pablo realizó la mejor intervención de la noche (56''). Nino volvió a intentarlo tras una buena prolongación de Alfaro, pero su disparo se marchó demasiado cruzado a la izquierda de la portería local (62''). Parecía que la pelotita no quería entrar. Que se negaba a darle esperanzas a la afición blanquiazul.

Y tuvieron que ser dos jugadores casi olvidados los protagonistas del ansiado y merecido gol. En un córner, la defensa sportinguista despeja y Héctor busca a los compañeros que rompían el fuera de juego a la salida de la defensa asturiana. Uno de ellos era Román Martínez, que entró por el medio y, con una frialdad a prueba de bomba, superó a Juan Pablo (70'').

Con el primer paso dado, quedaba aguantar ese resultado. Los nervios jugaron una mala pasada en el siguiente ataque local, pero Bertrán acabó solventando el lío en el área (72''). Preciado fue dando entrada a hombres ofensivos (Mateo, Bilis y Carmelo), mientras Oltra recurría a Manolo como tapón en el centro del campo.

La realidad fue que el Sporting llegaba a las inmediaciones del área, pero sin claridad ni remates preocupantes. Mikel Alonso ya intentó sorprender desde el círculo central a Juan Pablo (84''). No entró por poco, pero el 0-2 iba a llegar luego. Héctor roba en el medio y, tras intentar un pase, el rechace lo acaba capturando Alfaro, que convirtió en realidad el sueño de la victoria blanquiazul (87'') y restó sufrimiento al final.