A pesar que Santa Cruz de Tenerife fue una ciudad tranquila, como también la isla, de vez en cuando saltaban a los diarios locales espectaculares noticias de la más variada índole, originando mil y una opiniones.

Con cierta asiduidad la prensa local informaba con detalle acerca de los accidentes acaecidos en nuestra isla, puesto que al aumentar en número de vehículos, la proporción en la siniestralidad era inevitablemente superior a la de los ejercicios anteriores. La lista iba desde un atropello ciclista a un encontronazo con el tranvía, pasando por los tristes atropellos a peatones, causando en más de una ocasión daños irreparables por la pérdida de una vida. Hasta aquí todo marchaba, digamos "normalmente", pero en los años 1930 un nuevo sistema de robo se puso en práctica entre los cacos y que consistía en robar previamente un automóvil para cometer sus fechorías. La novedad del "modus operandis" causó gran sorpresa entre los afectados y público en general, y prueba de ello es que los diarios de entonces dedicaban grandes espacios a relatar de modo detallado el suceso e informaban que después de cometido el delito siempre abandonaban los coches en las carreteras o en las calles de las poblaciones. A uno de estos hechos corresponde el ocurrido en el mes de febrero de 1932, iniciándose el mismo con el robo del taxi TF-4281 marca "Ford" y propiedad del representante de los mismos el Sr. don Américo López Méndez. Los ladrones sustrajeron el coche de los garajes de la calle Benavides, donde estaba estacionado y emprendieron el camino hacia el Puerto de la Cruz. A las dos de la madrugada el vecino de esa ciudad don Ruperto Peña llamaba a la Guardia Civil para decirles que se estaba produciendo un robo en el comercio propiedad de don Germán Reimers, sito en la Calle Fermín Galán de dicha ciudad. La prontitud con que acude la Guardia Civil no impide que los autores emprendan veloz huida hacia La Orotava. Será el propio Sr. Reimers quien les facilite un coche a los de la Benemérita para que persigan a los ladrones. La persecución se dirige hacia la Villa pero al llegar a la Plaza del Jardín para entrar en la Calle Calvario observan cómo un vehículo que traía la dirección de esta última, tomaba la curva en dicha plaza, alejándose en la oscuridad. Al verlo de lado impide identificar sus números de matrícula, por lo que el coche perseguidor acelera la marcha con el fin de alcanzar al "Ford" TF-4281. Un dato curioso es que la pista que usó la Guardia Civil al iniciar la búsqueda desde el Puerto de la Cruz a La Orotava, fueron las huellas que el primero dejaba sobre el lodo, puesto que la carretera se encontraba muy enfangada por las lluvias.

Poco faltaba para dar por finalizada la persecución, ya que a escasos seiscientos metros del primer encuentro, vieron cómo un vehículo estaba empotrado en el muro de la finca propiedad de don Sebastián Fernández, con el motor en marcha y las luces aún encendidas. En su interior se encontraron herramientas y distintos útiles para el robo, así como mercancías procedentes del comercio del Sr. Reimers. A pesar de un rastreo por los alrededores de tres horas no se pudo detener a los "modernos y motorizados cacos". Una vez reparado nuestro phaeton TF-4281 de los golpes recibidos contra el muro, se incorpora a su labor de taxi, manteniéndose con su bella silueta de descapotable hasta el día 15 de noviembre de 1960, fecha en que es convertido en camioneta, desapareciendo de la circulación.

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