El Real Valladolid evitó "in extremis" bajar a Segunda División después de una temporada muy irregular en la que estuvo a punto de pagar "un peaje" muy caro, el descenso, por sus dos últimos meses sin ganar un encuentro.

Tras sumar tres puntos de treinta posibles en diez partidos, los jugadores no vieron la gravedad de la situación hasta que el encuentro del domingo ante el Betis se convirtió en un final irreversible.

El equipo vallisoletano ha sido un especialista en vivir situaciones críticas durante muchos años en Primera División, y ayer pudo salvar otro "match ball" al recolectar un agónico 1-1 en el estadio Ruiz de Lopera.

La temporada estaba siendo aceptable, pero a lo largo de los dos últimos meses se cumplieron en el club vallisoletano casi todas las "leyes de Murphy", es decir; todo aquello que podía salir mal, salía mal, fundamentalmente en una segunda vuelta en la que el equipo se desplomó.

Las lesiones de los centrales y la falta de gol en la recta final de campeonato fueron factores que contribuyeron "al bajón" en el que estuvo inmersa la plantilla.

El equipo entró en "caída libre" hasta evitar ayer su derrumbamiento en un partido dramático, en el que tuvo que recurrir a jugadores muy "tocados" físicamente;de hecho, Mendilibar hizo los tres cambios por lesión.

La falta de potencial económico hizo también que la entidad se viera en la obligación de traspasar al Villarreal a su mejor futbolista el pasado verano, el delantero Joseba Llorente.

Esta temporada el equipo ha llegado a estar hasta siete partidos consecutivos sin marcar un gol. Todo un lastre. El sueco Henok Goitom ha sido el máximo goleador con diez tantos, pero no ha terminado de convencer.

La falta de confianza en jugadores de la cantera para dejar su plaza a futbolistas cedidos y que, en algunos casos, no mejoran lo ya hay en el club, ha podido ser otra de las causas junto al excesivo relajamiento del equipo en los meses de abril y mayo, cuando la salvación ya parecía un hecho.

El buen rendimiento del equipo ante los grandes contrastó durante todo el año con una cara muy vulnerable ante conjuntos de similar potencial, lo que le obligó echar el resto en el último partido de Liga.

Así las cosas, la situación se salvó en el estadio Ruiz de Lopera con un sufrido empate. La plantilla había estado sumida la semana pasada en un estado de ansiedad que, al final, se supo "manejar" con el apoyo incondicional de la afición, tanto en Sevilla como en Valladolid.

Paradójicamente, el Valladolid volvió a salvarse en la última jornada en Sevilla. Existe un precedente, el de la temporada 84/85, aunque en esta ocasión ante el Sevilla FC.

Dos goles, de Duque y de Jorge, dieron el triunfo al Valladolid aquella tarde (0-2) en la que los jugadores entrenados por Fernando Redondo tuvieron que salvarse por méritos propios, como ayer, ya que el Hércules dio la sorpresa y ganó en el Bernabéu al Real Madrid.

La frontera del descenso casi siempre ha estado en los 42 puntos, pero esos mismos puntos hubieran condenado este año al Valladolid a Segunda. Y es que el equipo ha "clonando" la campaña 2003/2004, la de su último descenso, aunque en ésta el Real Valladolid ha llegado a estar mucho mejor clasificado.

La lección de realidad recibida ayer, junto a la de hace cinco años, debe hacer aprender de los errores cometidos a un club muy modesto, condenado a vivir siempre al filo del precipicio. Si no se aprende, no es una victoria.