El agua en La Gomera tiene un antes y un después y el punto de inflexión lo marca y define el año 1993, fecha en la que por unanimidad se aprobó en el Cabildo el Avance del Plan Hidrológico insular, que ha hecho de la Isla el territorio canario con más cantidad y calidad de recursos hídricos.

Muchos de los que hoy vivimos en esta isla todavía guardamos recuerdo de las penurias del agua, de cómo su escasez, sobre todo en verano, y cuando éste, alargándose, se metía en el invierno, nos marcaba la vida y nos acuciaba con su necesidad. Recordamos el trasiego para ir a buscar agua a los nacientes o en las zonas costeras acarrear el agua desde pozos para llevarla a los domicilios.

También somos capaces, aquellos que superamos la cincuentena, de acordarnos de las discusiones entre pueblos por los nacientes. ¿Quién no se acuerda de la hostilidad entre Chipude y Las Hayas a cuenta de un sondeo que muy cerca estuvo de ocasionar un problema de orden civil? incluso entre pueblos de un mismo municipio: ¿quién no recuerda los problemas entre rques y l Cercado a consecuencia de otro sondeo, esta vez en rques? O si de nacientes se trata, ¿quién no sabe de las discusiones con el reparto del agua en Guadá? ¿Y el agua de Taguluche?

Con el agua de la agricultura tampoco nos iba mejor. Desde que comenzó el siglo XX entre gomeros y el Ministerio de Fomento o de Obras Públicas de Madrid se comenzaron a construir una serie de grandes presas, al menos una en cada uno de los grandes barrancos de la isla. Así surgen Los Chejelipes complejo hidráulico formado por tres presas -Chejelipes, Izcagüe y Palacios-, que generó el desarrollo agrícola del municipio de San Sebastián.

Se construye también la presa de La ncantadora, cuya estética guarda justa correspondencia con su utilidad, más aún si las unimos con Los Gallos, Macayo y l Garabato, dando el agua de riego para todo Vallehermoso. Y se añaden la presa de Las Rosas, o Amalahuigue, como la denominan en el Ministerio, la presa de mayor capacidad de la isla y que sin embargo está colocada en una de las menores cuencas del norte y por eso necesitó del túnel del Cedro para, con su trasvase, poder llenar su embalse; o la presa de Mulagua, que, junto con la de Liria, abastece el riego de Hermigua. Al final se terminaron 33 grandes presas, logrando que esta isla fuera la de mayor densidad de presas del mundo.

l número era elevado, sin embargo el volumen de embalse no lo era tanto, apenas cuatro millones y medio de metros cúbicos de agua, que no eran suficientes para abastecer todo el campo y hacían de los veranos una verdadera agonía, sobre todo si el invierno se retrasaba.

l problema condicionó el desarrollo de las economías de la Isla y, siendo más explícito, su supervivencia. ¿Quién puede dudar hoy en día de que si hubiésemos tenido agua para las lomadas del sur esta Isla no hubiera perdido a la mitad de sus hijos en los años cincuenta?

Ninguna isla ha visto mermada su población a la mitad en tan solo una década, quizás porque nadie ha pasado por la penuria del agua para subsistir, como la pasó La Gomera. La inversión de la diáspora comienza con el Plan Hidrológico, elaborado por un equipo de técnicos dirigidos por el ingeniero Carlos Soler Liceras, que propuso un cambio drástico en la forma de obtener el agua -aprovechar las aguas subterráneas-, tanto para arreglar la escasez del momento como para abastecer la demanda del futuro.

Los objetivos se han conseguido. La Gomera se ha convertido en la isla que más agua tiene a disposición por número de habitantes; la que mejor calidad presenta con agua que bien podría ser embotellada, y la de menor precio de todo el Archipiélago. Nadie más que La Gomera puede presumir de ello. Y, sin embargo, tenemos que seguir apostando por un buen aprovechamiento y conservación de los recursos hídricos. De todos - Ayuntamientos, Cabildo, Comunidad Autónoma, stado, ciudadanos y comunidades de regantes- depende consolidar, avanzar y garantizar el abastecimiento, la calidad y el ahorro del agua.

*Presidente del Cabildo de La Gomera