La súbita emisión volcánica que levantó una columna de vapor de 15 metros en el Mar de las Calmas y obligó a evacuar por segunda vez La Restinga subió de golpe 10 grados la temperatura del mar, con una energía que hubiera calentado el aire 30.000 grados, de haber ocurrido en la atmósfera.

Ese fenómeno, que ocurrió en la tarde del 5 de noviembre, en uno de los episodios de mayor actividad del volcán submarino de El Hierro, fue presenciado a menos de una milla de distancia por el equipo científico del buque "Ramón Margalef" del Instituto Español de Oceanografía (IEO), que estaba tomando muestras en la zona.

El investigador del Centro Oceanográfico del IEO de Canarias Eugenio Fraile, coordinador de los estudios físico-químicos de las campañas del "Ramón Margalef" en El Hierro, relató que ese día se pudieron medir frente a las costas de La Restinga parámetros nunca antes vistos en ningún otro mar.

El equipo del IEO, proveniente de varias instituciones científicas españolas, comenzó esa jornada siendo testigo de un burbujeo intenso que tiñó por completo de marrón el agua del mar y saturó el agua de material volcánico. Cuando el "Ramón Margalef" pudo acercarse al foco de esa emisión, recogió más de 10 kilos de piroclastos, observó que el agua tenía grandes concentraciones de ácido sulfídrico y que el pH había bajado a 5,01, "tres unidades por debajo de lo normal", una acidez solo medida en erupciones marinas en el Pacífico a gran profundidad, pero nunca antes en superficie, remarcó Fraile.

Y al lanzar al agua los equipos utilizados para tomar muestras de agua, los científicos se llevaron la sorpresa de que sus cierres no funcionaban, porque el sistema de imanes que los activa estaba bloqueado por la gran cantidad de hierro que había en suspensión.

Sin embargo, el momento "más impresionante" desde el punto de vista científico, que sus testigos califican además de "inolvidable" en lo personal, sucedió unas horas más tarde, sobre las 17:00 horas, cuando el buque del IEO regresó a la zona para recoger más muestras y se produjo una gran explosión a menos de una milla de distancia. Fue el estallido que obligó a evacuar por segunda vez a los vecinos de La Restinga, ante lo inesperado del fenómeno. Además, descubrieron que en el mar había quedado una franja de agua con una nula presencia de oxígeno, algo nunca antes observado.