La última vez que la Tierra recordó a los canarios que viven sobre volcanes, en 1971, las instituciones científicas españolas se enteraron por la CIA de que algo extraño pasaba en La Palma, a pesar de que sus habitantes llevaban semanas sintiendo terremotos, y los primeros vulcanólogos llegaron a la isla al día siguiente de que estallara el Teneguía.

Cuatro décadas después, la primera erupción del siglo XXI en territorio español, la que ahora se vive en los fondos submarinos de la isla de El Hierro, ha sido monitorizada al minuto desde su inicio y tiene movilizada a la elite científica del país desde mediados de julio, cuando se detectaron los primeros seismos de origen volcánico.

Solo el Instituto Geográfico Nacional (IGN) tiene hoy en El Hierro a 35 personas dedicadas al seguimiento del fenómeno, pero a sus efectivos hay que sumar al personal sobre el terreno del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcán) y varias universidades, con especialistas que van desde la geología hasta el seguimiento de la fauna marina.

De aquel equipo científico que siguió la erupción del Teneguía en 1971 bajo la dirección de José María Fuster, hoy siguen en activo dos personas: Eduardo Rodríguez Badiola y Juan Carlos Carracedo.

Este último, director desde 1987 de la Estación Volcanológica de Canarias (CSIC), ha recordado hoy cómo se trabajó en el Teneguía y cómo han cambiado desde entonces los conocimientos científicos y la reacción de los políticos ante un riesgo como este.

Sin una sola estación sísmica en La Palma -las únicas de que disponía entonces el Instituto Geográfico estaban en Tenerife-, el Gobierno de la época recibió la primera alerta de lo que pasaba en la isla, oficialmente, a través de la Universidad de Columbia, que tenía allí una estación de seguimiento de cetáceos.

Pero, como recuerda Carracedo, la realidad sobre el origen de aquella información fue otra: "Nos enteramos a través de la CIA, que tenía puestas unas líneas de sensores en el mar, unos diez kilómetros dentro del océano, para detectar el paso de submarinos soviéticos y que avisó a la Embajada de EEUU en España".

Como en El Hierro, la población de La Palma vivió con inquietud los temblores, pero respiró aliviada cuando estalló el volcán (el 26 de octubre de 1971), porque muchos de sus habitantes tenían en la memoria la anterior erupción, la de 1949, y sabían que a partir de entonces el peligro de los terremotos se reducía.

Y el plan de protección civil de la época prácticamente se resumió en colocar a una pareja de la Guardia Civil para que nadie se acercara más de lo necesario al volcán, relata Carracedo.

"Teníamos menos medios, pero también había un respeto infinitamente mayor por la ciencia y los científicos, porque los políticos de entonces no habían penetrado en la sociedad de una manera tan abusiva como lo hacen ahora", asegura.

La erupción de El Hierro se está ajustando al guión previsto por el historial volcánico de Canarias: se produce en la isla donde era más probable; ha surgido en el mar, donde era de esperar, ya que el 90 por ciento del edifico insular está sumergido; y su evolución sigue una de las dorsales activas del archipiélago.

Sin embargo, las diferencias con el Teneguía son muchas: desde los primeros temblores, el CSIC y el IGN cuentan en El Hierro con todo tipo de equipos (nueve sismógrafos, cuatro inclinómetros, un gravímetro, ocho estaciones geoquímicas, cinco sensores GPS que detectan deformaciones milimétricas del terreno...), a los que se van a sumar dos buques científicos.

Como señaló hace dos semanas el secretario general de la Asociación Internacional de Vulcanología, Joan Martí, del CSIC, esta es, de hecho, la primera vez que se sigue un proceso eruptivo desde sus inicios. "Una oportunidad única", a juicio de este experto.

También la respuesta de Protección Civil ha sido otra: de aquella solitaria pareja de la Benemérita de 1971 se ha pasado a adoptar la evacuación preventiva de una población, La Restinga, siguiendo lo previsto en los planes de prevención y se han movilizado todo tipo de medios, incluida la Unidad Militar de Emergencias.