POR CONSIGUIENTE, para dar salida a todo lo que produzcan nuestros campos, tenemos que conseguir, en especial al plátano y al tomate, que nuestro primer consumidor, que es España (plátano), y en conversaciones amistosas -también le interesa a ella en lo comercial-, consigamos dicho mercado, al que deberíamos recordar que su futura comercialización no sea como hasta ahora, en régimen de consignación, sino a través de fijar los precios según los tiempos (trimestrales o semestrales). Decimos esto porque lo que se ha llevado en los últimos sesenta años ha sido ruinoso para Canarias y, por ende, para el agricultor.

En todos los países de la Unión Europea y en sus principales puertos habrá un representante canario preparado a alto nivel para estos menesteres y que compruebe in situ en qué condiciones llega nuestra fruta a su destino. Este representante tendrá como es lógico un sueldo abonado por nuestro Gobierno u otras organizaciones que se encarguen de toda la distribución, en este caso del plátano, que podría ser Asprocan, la que recibiría el importe de la fruta y, a su vez, la ingrese a la mayor brevedad a las SAT exportadoras, organizaciones que las vemos muy actualizadas y competentes.

En relación a ese probable representante de nuestro país en esos otros importantes puertos europeos, nada de comisiones ni de dietas, sino un buen remunerado sueldo para una vida digna. Nuestro Gobierno debe asegurar al agricultor como mínimo un precio diferencial y nuestros gobernantes están moralmente obligados a proporcionar un seguro gratuito al agricultor por incidencias de todo tipo, como vientos y otros fenómenos que suelen ocurrir en este tipo de cosas en el sector primario, abonando los importes del daño cuanto antes. El agricultor, para sentirse integrado en su cultivo, debe aportar económicamente alguna pequeña partida por kilo, según acuerde el gobierno o Asprocan.

Intentaremos en lo posible, si no fuese difícil, colocar toda nuestra producción de plátanos en la Unión Europea. ¡Nos dirigiremos provisionalmente a EEUU!, llevando en grandes aviones de carga nuestro producto, que con una buena información, a través de la tecnología actual y futura, les inculcaríamos la valía del mejor sabor y nutrición de nuestro plátano, que con la marca de "pájaro canario" introduciríamos en ese gran mercado. Lo mismo se hará con el tomate en Japón, India, China...

Hace falta trabajar, trabajar y trabajar; ser constantes y responsables en la calidad de la mercancía, lo que nos llevará a ganar esta primordial batalla para nuestra joven generación canaria. En vez de emigrar como en anteriores épocas, ¿qué nos impide que vayamos jóvenes a madurar y vender parte de nuestros plátanos de la Unión Europea?

¡Ah!, omitimos recordar (la edad) que no somos europeos, pero habrá que intentarlo y conseguir entrar por medios políticos legales a esas naciones, pues de lo contrario tendríamos difícil este cometido.