La actividad de saltar las hogueras es popular en el ámbito de Canarias en noches como la de San Juan. Sin embargo, en el municipio de Agulo se vive de manera especial a través de una tradición centenaria que se realiza cada año en el marco de las fiestas en honor a San Marcos, que se viven durante estos días y cuyo programa se cerrará este fin de semana con la celebración de La Octava.

Estas fiestas son un referente en la tradición festiva del Archipiélago, debido a que es una de las pocas que arrastra tradiciones legendarias como el salto de las hogueras.

Esta celebración ha pasado de generación en generación y ha logrado sobrevivir hasta nuestros días gracias al esfuerzo de los vecinos de Agulo y del resto de gomeros y vecinos isleños que acuden año tras año al municipio para mantener viva la tradición.

Unas 2.000 personas participaron este año en la víspera de San Marcos, lo que demuestra la expectación que genera y el éxito de la celebración en este rincón de la Gomera.

El salto de las hogueras, una de las celebraciones más antiguas de Canarias, se celebró la noche del 24 de abril. Los vecinos de Agulo saltaron al menos una decena de hogueras, que estaban colocadas frente a la Iglesia de San Marcos. Con este gesto se invoca al Santo para que traiga las lluvias.

Esta tradición es un reclamo turístico que reúne a miles de personas en esta noche mágica en la que el Patrón salió de su parroquia y se mostró ante las hogueras al ritmo de chácaras y tambores.

Los preparativos comenzaron al atardecer, momento en que los vecinos se reunieron en la plaza del pueblo para preparar las hogueras. Allí se fueron formando las hogueras al cruzar palos de leña en forma escalonada hasta alcanzar la altura media de algo más de un metro.

Esta serie de formaciones se construyeron una tras otra alrededor de la Iglesia. Además, al final del trabajo se colocaron otras más pequeñas con las que participaron los niños.

Una vez finalizada la misa de la víspera de San Marcos, cantada por el coro parroquial, el Santo Patrón salió a hombros de los vecinos hasta la plaza, donde desde un lugar preferente gozó de las hogueras, que a título de ofrendas le hicieron sus creyentes.

Justo en este momento, las campanas repicaron anunciando que la quema iba a comenzar. Los vecinos más atrevidos se prepararon en la bajada de la plaza y tras corear el canto del fuego, dio comienzo a la ceremonia. Los participantes más valientes se pusieron en primera fila y desafiando la envergadura del fuego del primer momento se arriesgaron en los primeros saltos, mientras que los más tranquilos esperaron a que la llamarada disminuyera un poco para comenzar a saltar.