EL NÚMERO dos del BBVA, un tal Goirigolzarri, va a cobrar 52 millones de euros por irse a casa. La pregunta es simple: ¿cuánto cobrará por jubilarse Francisco González, el número uno de la entidad?

En tiempos de crisis, esta cantidad no es sólo excesiva, sino insultante. Y sin tiempos de crisis también. Cuando muchas familias españolas y canarias no llegan a final de mes, la noticia suena como un mazazo en los corazones dolientes de los ciudadanos. Qué desfachatez, que falta de ética, qué despropósito.

Los políticos se han apresurado a opinar, pero casi nadie descalifica ni el excesivo donativo ni tampoco denuncia las prebendas de la banca, cuyos directivos gozan de una fiscalidad especial por obra y gracia de un partido que alardea de su amplia preocupación social: el PSOE.

Es la banca la que ha provocado, en gran parte, la crisis que vivimos y, sin embargo, no encuentra la reprobación de este Gobierno ni de una sociedad abrumada por la propaganda socialista. Gana hoy más dinero que nunca.

El PSOE ya no tiene gestores, sino animadores sociales; el país ya no tiene sindicatos, sino cómplices; fíjense qué callados están, incluso ante el conocimiento de noticias como la del número 2 del BBVA; el PSOE ya no tiene dirigentes, sino propagandistas. Un inmenso aparato de incienso al líder y de descalificaciones al rival ha asumido la dirección de este país, sustituyendo a los políticos. Y en los tiempos libres se insultan unos a otros con un entusiasmo digno de mejor causa.

Es verdad que la banca está compuesta por instituciones privadas. Pero no es menos verdad que se ven favorecidas estas entidades por el dinero de nuestros impuestos. El haberles dejado gestionar la crisis que ellas mismas provocaron, facilitándoles dinero oficial para tapar sus agujeros en vez de para favorecer a las empresas en crisis, les concede obligaciones de coherencia que en ocasiones no ejercitan. Por eso a veces comprendemos decisiones sobre nacionalizaciones de facto tomadas, por ejemplo, en los Estados Unidos. No hay derecho a que los directivos bancarios sean una casta de privilegiados a costa de sus cuentas de resultados, engordadas con el esfuerzo de los cuentacorrentistas e inversores; de sus clientes, en suma. No hay derecho, de verdad.

¿Qué tipo de socialismo practica el PSOE? Pues el de favorecer a los poderosos y hundir a la clase media, al pequeño y mediano empresario, al pequeño agricultor, al autónomo que ha creado una empresa con su esfuerzo de años. Estos son los mártires de Zapatero, el presidente más errático y destartalado de la historia de la democracia.