Tras un maratoniano debate que se alargó toda la noche, el Gobierno griego consiguió hoy aprobar en el Parlamento el tercer rescate, pero lo hizo gracias a la oposición y con hasta 47 diputados de Syriza en contra, por lo que el primer ministro, Alexis Tsipras, deberá hacer frente ahora a esta rebelión.

La portavoz del Ejecutivo, Olga Yerovasili, afirmó a la salida de la Cámara que con la aprobación por mayoría del acuerdo, Grecia da un "primer paso" hacia la estabilidad económica del país, pero señaló el elevado número de miembros del partido de Gobierno, el izquierdista Syriza, "que optaron por un camino diferente".

"Vamos a tener que hacer lo que dicte el reglamento y la Constitución", agregó Yerovasili, en referencia a la convocatoria de una moción de confianza en el primer ministro que, según los medios locales, tendría lugar después del primer desembolso del rescate.

Si este es aprobado hoy por los ministros de Finanzas de la eurozona, cuya reunión se inicia a las 13.00 GMT, Grecia recibirá el primer paquete de ayuda antes del día 20, cuando tiene que hacer frente a un pago al Banco Central Europeo por valor de 3.400 millones de euros.

En la votación de hoy, 32 diputados de Syriza votaron en contra del acuerdo, 11 se abstuvieron, 3 se distanciaron de artículos concretos que incluye el proyecto de ley y uno no asistió al pleno.

Con estas cifras, además de perder la mayoría parlamentaria, la coalición formada por Syriza y los nacionalistas euroescépticos, Griegos Independientes, se queda con un apoyo inferior a los 120 diputados que se habían establecido como frontera "psicológica y moral" para mantener un Gobierno en minoría.

En declaraciones a la televisión pública ERT, el viceministro de Cultura, Nikos Xydakis, consideró que este resultado hace emerger las elecciones anticipadas como una escenario inevitable.

"Es difícil encontrar una solución sin elecciones", sentenció.

El viceministro destacó que la aprobación del acuerdo es importante para el país, y lamentó que a su vez haya traído grandes pérdidas en el seno de la formación de Gobierno.

Aun así, Xydakis abogó porque las elecciones tengan lugar tras el congreso extraordinario que Syriza ha fijado para septiembre, aunque aún no se conoce la fecha, con el objetivo de definir su estrategia a corto y medio plazo, según decidió el comité central del partido a finales de julio.

Pero si Tsipras pierde la moción de confianza, las elecciones se tendrían que adelantar, y miembros del principal partido de la oposición, el conservador Nueva Democracia, ya han anunciado que podrían votar en contra.

Entre los díscolos de Syriza hay opciones diversas, como la del ex ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, quien en su intervención destacó que apoya al Gobierno y a Tsipras, pero que no podía secundar el rescate, o la de la diputada Rajil Makrí, quien se ha posicionado en contra del Ejecutivo.

La presidenta del Parlamento, Zoé Konstandopulu, votó en contra del rescate y protagonizó durante el debate varios enfrentamientos con miembros del Gobierno.

Konstandopulu ha manifestado además que no apoyará al primer ministro en la previsible moción.

"Ustedes no tienen ningún derecho a cargar al país con un nuevo préstamo que sirva para pagar una deuda ilegal", aseveró la presidenta, quien lidera una comisión parlamentaria para la auditoría de la deuda helena, que ya alcanza el 180 % del PIB.

El ex ministro de Energía Panayotis Lafazanis lamentó que dos de los partidos que hicieron campaña contra la austeridad defiendan ahora medidas que la secundan.

Lafazanis anunció este jueves la creación de un movimiento antirrescate que aboga por la movilización social para combatir las políticas que implementará el nuevo programa, lo que se considera el preludio de la escisión de Syriza.

Tsipras, en cambio, defendió el tercer rescate como una "elección forzosa" del Gobierno, que tras "agotar todas las vías de negociación", tuvo que elegir entre un programa de ayuda con el euro o el dracma como moneda nacional.

"No me arrepiento de haber elegido el compromiso y no el baile heroico de Zalongu", dijo Tsipras arremetiendo contra los críticos.

El baile de Zalongu, una ciudad en el norte de Grecia, fue un suicidio masivo que tuvo lugar a principios del siglo XIX, cuando, según cuenta la leyenda, las mujeres y niños del lugar saltaron por un precipicio cantando y bailando para escapar del riesgo de ser capturadas y esclavizadas.