La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro griego, Alexis Tsipras, mantienen hoy su primer encuentro bilateral en Berlín, una cita arriesgada y altamente mediática, en medio de los abismos que separan a ambos países y las hostilidades en sus filas.

Si estuvieran en periodo electoral, a Merkel podría tentarle desempeñar el papel de anfitriona inflexible -más de la mitad de los alemanes son partidarios del "Grexit" (salida de Grecia del euro)-, mientras a Tsipras le correspondería atacar el presunto "austericidio" impuesto desde Berlín. Pero ninguno está presionado por las urnas y sí, en cambio, por la necesidad de mostrar ánimo conciliador, mientras Atenas concreta las reformas a presentar en los próximos días.

Son muchos frentes abiertos entre dos países y dos líderes en las antípodas: a un lado, la conservadora Merkel, al frente de la primera economía europea desde 2005; al otro, el primer ministro del país más debilitado de la zona euro, en el poder desde hace dos meses y al frente de la izquierdista Syriza. Sin embargo, parecen condenados a entenderse, aunque sea para paliar la confrontación directa representada por sus ministros de Finanzas, Wolfgang Schäuble y Yanis Varufakis.