El Partido Colorado paraguayo hizo hoy un mea culpa por sostener la dictadura de Alfredo Stroessner, pero dejó sin respuesta las peticiones de justicia por parte de las víctimas, cuando se celebran los 25 años de la caída del régimen militar, el más largo de la historia de América Latina.

La fecha se recordó en un acto oficial en el Congreso en el que participaron el presidente, Horacio Cartes, y otras autoridades del país, que alabaron la actuación de los militares que derrocaron a Stroessner, pero en el que no intervinieron las víctimas de la dictadura.

Esos sobrevivientes se convirtieron por primera vez en protagonistas de una ceremonia en el Panteón de los Héroes, donde reposan los restos de algunos presidentes paraguayos, acto que en el pasado dominaban militares y políticos.

La distancia física entre ambos lados también se reflejó en los discursos.

Cartes, que asumió el poder el pasado agosto de la mano del Partido Colorado, destacó los avances democráticos en los últimos 25 años, al tiempo que reconoció "los déficit de una prolongada transición", marcada por escándalos de corrupción y "preocupantes índices de pobreza".

En su alocución no hizo ninguna referencia a los miles de paraguayos que sufrieron detenciones ilegales, torturas, asesinatos, o fueron forzados al exilio por Stroessner.

El presidente del Congreso, el colorado Julio César Velázquez, admitió que su partido "fue el principal sostén político" de los casi 35 años de dictadura y aseveró que sólo admitiendo los "errores" se pueden "suturar definitivamente las heridas".

Juan Carlos Wasmosy, el primer presidente civil tras la caída de Stroessner, también reconoció que el Partido apoyó "a un Gobierno fuerte acorde en aquel entonces a esas circunstancias".

Los héroes, en el acto del Congreso, fueron los ex militares que participaron en el golpe de Estado que defenestró a Stroessner, urdido por su consuegro, el general Andrés Rodríguez.

La líder del grupo parlamentario colorado en la Cámara de Diputados, María Cristina Villalba, calificó de "gesta histórica" esa asonada, que abrió la puerta a la democracia.

En la madrugada de un día como hoy hace 25 años terminaron los combates iniciados la víspera, cuando tropas movilizadas por Rodríguez atacaron los reductos leales a Stroessner en busca del dictador.

En los enfrentamientos se calcula que murieron algo más de 200 personas, aunque no existe un cómputo oficial.

Por la mañana, con los tanques aún en la calle, una marea espontánea de ciudadanos salió a celebrar el fin de una dictadura que parecía que no acabaría nunca.

Pero esa alegría inicial se ha agriado para las víctimas, que han visto frustrada su esperanza de que se juzgara a los torturadores.

La Comisión de Verdad y Justicia (CJV) registró un total de 425 ejecutados o desaparecidos y unos 20.000 detenidos, la mayoría víctimas de torturas, y 20.814 personas se vieron forzadas al exilio.

La Comisión identificó a 448 victimarios, en base a una enorme recopilación de documentos oficiales y testimonios de más de 2.000 personas, pero, pese a esas pruebas, la justicia paraguaya no ha procesado a nadie desde la publicación del informe, en 2008.

Previamente, Paraguay condenó a un pequeño grupo de policías y ningún militar y los tres que aún permanecen en prisión serán liberados este año, según dijo el Director de Reparación y Memoria Histórica, Rogelio Goiburú, hijo de un desaparecido, Agustín Goiburú.

En el acto en el Panteón, la responsable de la Dirección General de Verdad, Justicia y Reparación, Judith Rolón, hija de Martino Rolón, también desaparecido en la dictadura, exigió que se recuperen las tierras de las que se apropió ilegalmente Stroessner, una petición que las víctimas reiteran cada año.

La CJV calculó que fueron 7,8 millones de hectáreas, un área que es casi el doble del territorio de Suiza.

Unas 1.300 hectáreas se las quedó el propio dictador, cuya fortuna familiar el escritor Aníbal Miranda cifró en 4.000 millones de dólares, y el resto las repartió a sus acólitos, incluido el propio Rodríguez.

El injusto reparto de la tierra continúa siendo una de las mayores fuentes de conflicto de Paraguay, que la democracia no ha logrado subsanar.