Al menos 75 personas murieron ayer en Irak por las explosiones y tiroteos ocurridos en distintas ciudades del país, según un balance confirmado por fuentes policiales y de los servicios médicos, en una de las jornadas con más víctimas mortales por atentados de los últimos meses.

El atentado más grave tuvo lugar en Shatub, un pueblo ubicado en el sur de Baquba, y acabó con la vida de 18 personas, además de dejar heridas a otras 16. El ataque fue perpetrado con una bomba que estalló alcanzando a una tienda en la que decenas de iraquíes rendían homenaje a un miliciano suní progubernamental.

La capital iraquí sufrió ayer al menos ocho atentados con bomba, en su mayoría en barrios de mayoría chií y que acabaron con la vida de 40 personas y dejaron heridas a otras 88, según informaron fuentes médicas y policiales. También en Bagdad, en el barrio chií de Maamil, un grupo de hombres armados mataron a siete camioneros y secuestrado a dos.

En Dujail, una localidad de mayoría chií situada a 50 kilómetros al norte de Bagdad, murieron tres personas y otras siete resultaron heridas por un atentado con coche bomba.

Por otra parte, seis soldados murieron y otras ocho personas resultaron heridas (seis de ellas civiles), por la detonación de varios artefactos al paso de una patrulla cerca de un puente en Ain al Jahash, 60 kilómetros al sur de Mosul.

Los ataques de ayer llegaron un día después de que 24 personas murieran por dos atentados contra un puente y una comisaría cerca de Faluya, la ciudad que aún continúa bajo control de milicianos del grupo Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS).

Dos años después de que las fuerzas militares de Estados Unidos salieran del país, la violencia ha vuelto a sus niveles más altos desde el periodo de ataques sectarios registrados en 2006 y 2007, cuando decenas de miles de personas perdieron la vida.

El Ejército está enfrascado en los enfrentamientos con los milicianos islamistas vinculados a Al Qaeda que todavía controlan la ciudad de Faluya, situada al oeste de Bagdad, más de dos semanas después de que la tomaran, en un claro desafío a la autoridad del Gobierno que dirige el primer ministro, el chií Nuri al Maliki.

Los milicianos forman parte del Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS), que está combatiendo en el oeste de Irak y en Siria.

"La batalla será larga y continuará", aseguró el presidente Nuri al Maliki, en un discurso televisado en el que pidió de nuevo el apoyo de la comunidad internacional.

"Continuar en silencio derivará en la creación de pequeños estados diabólicos que generarán el caos en la seguridad de la región y el mundo", dijo.

Al Maliki descartó ordenar un asalto de la ciudad de Faluya con tropas y carros de combate pero pidió a los milicianos tribales locales que expulsen a los miembros del ISIS, que se han aprovechado del malestar de la minoría suní que acusa al Ejecutivo de someterles a opresión.