La situación de violencia en Egipto ha hecho cundir en Gaza el pesimismo por el temor de que tenga un efecto negativo sobre las ya de por si escasas esperanzas del fin de la división palestina.

Mohamed Jarghun, ex policía de 39 años residente en Jan Yunis, al sur de Gaza, se ha pasado la última semana, como muchos de sus vecinos, pegado al televisor, siguiendo los acontecimientos en Egipto, donde han muerto más de 800 personas tras el desalojo por la fuerza el miércoles de los seguidores de los Hermanos Musulmanes.

"Que Alá proteja a Egipto y a los egipcios", dice este policía, que abandonó su trabajo tras la toma del poder del movimiento islamista Hamás en Gaza en junio de 2007.

Histórica y geográficamente, Gaza ha estado muy unida a Egipto (que la gobernó desde 1951 hasta 1976) y, en los últimos seis años, El Cairo ha impulsado y mediado en los intentos de reconciliación entre las dos principales facciones palestinas, Al Fatah, que gobierna en Cisjordania y encabeza el presidente, Mahmud Abás, y Hamás, que controla la franja.

El Cairo también ha mediado en los últimos acuerdos de tregua alcanzados entre Hamás e Israel, que no se hablan directamente.

Además, Egipto es informalmente el principal proveedor de alimentos, combustible y otros productos a Gaza, sometida desde hace seis años a un férreo bloqueo israelí por tierra, mar y aire que los palestinos sortean a través de cientos de túneles que atraviesan la frontera de Rafah y comunican con la península del Sinaí.

"Israel cierra Gaza, Egipto destruye más del 80% de los túneles y Hamás mantiene su control en la franja. La Autoridad Palestina gobierna en Cisjordania y Egipto se está hundiendo con sus problemas internos: de verdad creo que no hay esperanza para acabar nuestro sufrimiento", afirma, pesimista, Jarghun.

Al menos ocho centenares de personas han muerto y miles han resultado heridas en los últimos cinco días en Egipto, la mayoría de ellas seguidores de los Hermanos Musulmanes que protestaban en acampadas por la deposición del presidente Mohamed Morsi en julio por el Ejército.

Desde que el violento desalojo del miércoles dio inicio a los disturbios, que continúan en todo el país, las calles de Gaza se vaciaron de tráfico y el movimiento comercial en sus principales mercados se minimizó.

"Los disturbios en Egipto no solo han afectado a la vida en la franja de Gaza, sino también a las posibilidades de acabar con la división interna palestina entre Hamás y Fatah, por lo que la gente aquí no ve ninguna esperanza de que sus vidas vayan a mejorar", asegura Hosni Habib, analista político de Gaza capital.

Habib cree que, incluso si el Ejército egipcio y el nuevo gobierno consiguen devolver la estabilidad al país y consolidan la expulsión completa de los Hermanos Musulmanes, aliados de Hamás, "será muy difícil que la situación en Gaza mejore".

"Hay que esperar y ver cómo Egipto lidiará con Hamás en el futuro", dice este analista, que señala que el movimiento islamista palestino se ha sentido más fuerte que nunca durante los últimos seis años, en los que han fracasado todos los intentos de reconciliación palestina.

La subida al poder de los islamistas en El Cairo abrió grandes esperanzas en Gaza de que la situación en la franja fuese a mejorar y de que se abriese por completo su frontera sur.

Habib recuerda que, "más allá de ser parte del movimiento de los Hermanos Musulmanes, Hamás es un movimiento palestino, que controla la franja de Gaza, todavía tiene poder y es considerado un grupo militante que consigue apoyo popular de sus llamamientos a destruir a Israel", algo que no cambiará por la caída de sus socios egipcios.

Las relaciones con el nuevo Gobierno cairota no parecen muy prometedoras, después de que este acusase a Hamás de enviar en secreto a milicianos al Sinaí y otras zonas del país para llevar a cabo ataques que han acabado en las últimas semanas con la vida de militares y policías egipcios.

Mientras continúa la crisis en el país vecino, los esfuerzos de reconciliación entre las principales facciones palestinas siguen sin avanzar y dirigentes de Al Fatah y de Hamás intercambian acusaciones sobre quién bloquea los intentos de solución e insiste en mantener la división política.

Una delegación de Fatah que visitó recientemente el enclave costero, instó a Hamás a que permita de inmediato la celebración de elecciones generales, que deberían haberse llevado a cabo hace más de dos años.

"Celebrar elecciones generales es un buen paso para acabar con la división que se mantiene desde 2007", dijo Amin Maqboul, un alto cargo de Fatah que se entrevistó con representantes de diversas facciones en Gaza y afirmó que presentará en breve a Hamás una propuesta para la celebración de comicios.

El movimiento islamista, hasta ahora, ha rechazado acudir a las urnas hasta que se resuelvan varios de los asuntos que enfrentan a ambos partidos, entre ellos la exigencia de una reforma de la Organización de Liberación Palestina (OLP), la estructura de los servicios de seguridad, la reconciliación social y la formación de un gobierno de unidad transitorio.