La economía portuguesa se contrajo entre enero y marzo de este año un 0,3 %, lejos del 1,8 % que había perdido en los tres últimos meses de 2012 aunque con éste ya son nueve los trimestres consecutivos que cierra en caída.

Según los datos divulgados hoy por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el dato es notablemente más negativo si se compara con el mismo período del año anterior, ya que desde marzo del año anterior el Producto Interior Bruto (PIB) luso ha retrocedido un 3,9 %.

Las tres décimas que bajó en el primer trimestre de 2013 dejan a Portugal en línea con la recesión registrada en la Unión Europea (UE) -de media, un 0,2 %-, aunque las previsiones oficiales del Gobierno luso estiman igualmente para este ejercicio una caída global de su economía del 2,3 %.

En comparación con los tres primeros meses de 2012, la contracción de la economía en los países comunitarios se situó sin embargo en el 1 %, prácticamente cuatro veces menos que la de Portugal.

Según se desprende de las estadísticas facilitadas por el INE, la principal causa que explica un retroceso más amortiguado del PIB luso entre enero y marzo de este año es la reducción "más intensa" de lo esperado de las importaciones de bienes y servicios.

De hecho, la demanda interna siguió cayendo durante este período y volvió a influir negativamente en la evolución de la economía del país, donde los niveles de consumo se encuentran en mínimos históricos.

Portugal atraviesa la considerada como peor crisis de su historia reciente, con una recesión acumulada entre 2011 y 2013 que se situará según las previsiones oficiales en torno a siete puntos del PIB y un desempleo que roza ya el 18 %.

El país, además, se encuentra desde hace dos años bajo la asistencia financiera de la UE y el Fondo Monetario Internacional, que le prestaron 78.000 millones de euros para garantizar su solvencia financiera, cuestionada por la asfixiante presión de los mercados.

A cambio de su rescate, las autoridades lusas se comprometieron a cumplir un estricto programa de ajustes y reformas que incluye severas medidas de austeridad, aplicadas hasta ahora casi a rajatabla por el actual Ejecutivo, de signo conservador.