El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se verá obligado a pactar con partidos de centro y ultraortodoxos para poder mantenerse en el poder en la decimonovena legislatura del Parlamento israelí, tras su pírrica victoria en las elecciones de ayer, en las que solo obtuvo 31 escaños.

"Golpe a Netanyahu", "Fracaso en seis fases", "Votaron por el futuro", "Netanyahu, una victoria en picado" o "Un nuevo rey es coronado", son solo algunos de los titulares de la prensa local tras conocerse ayer los resultados oficiales, que abren un período de incertidumbre de hasta seis semanas en el que deberá tratar de armar una nada fácil coalición parlamentaria.

La coalición nacionalista Likud Beitenu que dirige Netanyahu se impuso claramente en los comicios, por lo que, siguiendo la tradición política, Netanyahu recibirá casi con toda seguridad el encargo de formar gobierno de manos del presidente israelí, Simón Peres.

No obstante, y debido al desplome del bloque nacionalista, la situación de tablas en el Parlamento unicameral de Israel (con 120 escaños) le complica mucho las cosas.

La segunda posición del partido de centro Yesh Atid, encabezado por el experiodista Yair Lapid, auténtico vencedor de los comicios, le otorgó ayer la llave para gobernar, al aclarar que no usará sus 19 diputados para intentar sustituir a Netanyahu al frente del Gobierno.

"He oído hablar de un bloque (de centro-izquierda) frontal (a la investidura de Netanyahu). No formaremos bloques con Hanin Zoabis", dijo en referencia a una diputada árabe, odiada por centro y derecha, en una declaración a la prensa en Tel Aviv.

Lapid señaló que "los resultados de las elecciones son claros" y que se alegró de ver a Netanyahu preocupado de los mismos temas que son "importantes" para él.