El islamista Mohamed Mursi juró ayer simbólicamente como presidente de Egipto, "elegido por la voluntad popular", ante decenas de miles de personas en la plaza Tahrir de El Cairo, donde advirtió a la Junta Militar de que no renunciará a las prerrogativas de jefe de Estado.

"Juro por Dios, que es grande, preservar con lealtad el sistema republicano, respetar la Constitución y la ley, tener en consideración los intereses del pueblo de manera total y preservar la independencia de la patria, su integridad y su territorio", dijo Mursi desde un estrado en Tahrir ante sus enfervorecidos seguidores.

El islamista, el primer civil que accede a la jefatura de Estado y el primer presidente elegido democráticamente en Egipto, tendrá que repetir hoy este juramento en la ceremonia oficial de investidura ante el Tribunal Constitucional.

Pero antes y arropado por decenas de miles de congregados en la plaza, Mursi quiso lanzar ayer una advertencia a la junta militar que gobierna el país desde el derrocamiento de Hosni Mubarak en febrero de 2011, tras 18 días de protestas populares.

"No hay lugar para arrebatar el poder al pueblo, no renunciaré a las prerrogativas del presidente de la República -subrayó-. Esto no significa que no respetemos la ley o la Constitución".

Mursi se refería a las enmiendas constitucionales aprobadas por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, días antes del anuncio de los resultados electorales el domingo pasado, por las que los militares se reservan el poder legislativo y la toma de decisiones en cuestiones que conciernen al Ejército, y dejan al presidente funciones ejecutivas.

Los militares se han atribuido también la capacidad de nombrar una nueva Asamblea Constituyente, si la actual es invalidada por la Justicia, por lo que los gobernantes castrenses podrían tener gran influencia a la hora de redactar la futura Carta Magna.

Durante su alocución, Mursi, que venció en los comicios con casi un 52% de los votos, fue interrumpido en varias ocasiones por los manifestantes en Tahrir que le gritaron "Revolucionarios, libres, completaremos la misión".

Mursi replicó varias veces al comienzo, en mitad y al final de su discurso con un "os quiero".

El dirigente islamista, que renunció a su militancia en los Hermanos Musulmanes tras el triunfo electoral, justificó su presencia ayer en la plaza porque considera que el pueblo es la "fuente de poder y de legitimidad". "Ninguna institución está sobre la voluntad popular, que es la que toma decisiones, gobierna y destituye".

En ese sentido, reiteró su rechazo a "cualquier intento de arrebatar la autoridad al pueblo" y expresó su voluntad de trabajar para que "Egipto vuelva a ser libre en sus relaciones exteriores sin depender de ninguna fuerza externa".