Ante la crítica situación humanitaria que vive Siria, ciertas organizaciones islámicas asentadas en el vecino Líbano están atendiendo a un número creciente de heridos sirios que llegan a sus hospitales y dispensarios huyendo de la represión.

Es el caso de la Asociación Médica Islámica, que acoge a parte de los enfermos y heridos durante los bombardeos en un moderno hospital de la ciudad libanesa de Trípoli, en el norte del país.

Desde que comenzó la revuelta siria en marzo del año pasado, el centro Dar al Chifae ha dado atención médica a 450 sirios, explicó el director del complejo, Add Mir.

En habitaciones individuales, los afectados se recuperan de las heridas tras haber descartado los hospitales gubernamentales del Líbano por el miedo a ser descubiertos y perseguidos.

"Hemos recibido a mujeres, niños y enfermos, muchos de ellos heridos en las piernas y los brazos. Nosotros ayudamos a todos", agregó Mir, quien afirmó que la llegada de los sirios depende de la situación en su país, por lo que hay días que reciben hasta 25 personas a la vez.

Entre los casos más graves, recordó, está el de un joven que pasó cinco días oculto entre las aguas estancadas para poder cruzar la frontera.

"Llegó con muchas infecciones. Creíamos que no se podía salvar, fue necesario hacerle diálisis y ahora ha vuelto hablar", destacó Mir.

Otro de los heridos es Ahmad Barri Hamud, un miembro del Ejército Libre Sirio (ELS) de 29 años que fue operado en un hospital clandestino en la castigada provincia de Homs, en el centro de Siria.

Allí le pusieron un hierro en la pierna, pero esta se infectó y todavía tiene que someterse a varias operaciones.

"Estoy preocupado por la situación en mi país, sé que hay familias enteras que son asesinadas", indicó Hamud.

Este rebelde, anteriormente directivo en un hospital, señaló que en Siria "la situación humanitaria es tan pésima que fallecen muchos enfermos y no se puede hacer nada".

Ante la disyuntiva de dejar morir a los enfermos o intentar salvarlos, Hamud confesó que, a pesar de no ser médico, muchas veces tuvo que hacer pequeñas intervenciones quirúrgicas según le enseñaron algunos doctores.

La situación se ha desbordado hasta tal punto en el país vecino que en el hospital libanés Dar al Chifae se ha reactivado la sala de urgencias, al igual que ocurriera durante el conflicto con Israel en 2006 y el que libraron el Ejército libanés y el grupo extremista suní Fatah al Islam en 2007.

La Asociación Médica Islámica posee varios dispensarios, entre los que destacan el de la localidad de Arsal, en el este del Líbano, y el de Wadi Jaled, en el norte, por donde pasan un gran número de refugiados sirios.

La organización también dispone de ambulancias que trasladan a los heridos de Arsal a otras zonas más seguras, ante el temor de los refugiados de permanecer en aldeas de mayoría chií, afines al régimen del presidente sirio, Bachar al Asad.

Por el momento, esta asociación islámica ha pagado unos 300.000 dólares por los tratamientos dispensados, de los cuales ha recuperado solo la mitad, a través de otras organizaciones humanitarias, según el director del centro.

Por otro lado están los heridos que son llevados a los hospitales gubernamentales, de cuyo traslado se encarga la Cruz Roja mientras que su tratamiento médico depende del Comité Superior de Ayuda, presidido por el primer ministro libanés, Nayib Mikati.

Según los últimos datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), unos 30.000 sirios han buscado refugio en países vecinos, de los que más de 10.000 permanecen en el Líbano.

Un año después de que estallara la rebelión en Siria, la ONU estima que más de 8.000 personas han perdido la vida por la represión del régimen, acusado de cometer crímenes contra la humanidad.