El primer ministro griego, Lukas Papadimos, dijo ayer que la quiebra de su país "no es una opción", por lo que su Gobierno, que se enfrenta a numerosas deserciones, hará "todo lo posible" por aprobar el acuerdo pactado con la troika para seguir recibiendo ayuda financiera.

"No podemos permitir la quiebra del país. El nuevo programa de rescate es necesario para el cumplimiento de los esfuerzos que empezaron hace dos años para restablecer la competitividad de la economía griega y para sanear sus cuentas", dijo.

La troika exige una serie de duras medidas de ahorro de gasto público y reducción de salarios que han provocado una fuerte contestación social y en las últimas 24 horas la dimisión de un ministro y cinco viceministros del gobierno.

En este sentido, Papadimos avisó de que "la resistencia del gobierno está siendo puesta a prueba", por lo que advirtió "a aquellos que no pueden soportar la presión", en referencia a los diputados que planean votar en contra del acuerdo, de que "no tienen lugar en el gobierno".

Recordó que el programa "es producto de una ardua negociación" con la troika y entre los partidos que forman el gobierno y "refleja las condiciones extremadamente difíciles de la situación en Grecia".

"Con este programa, Grecia recibirá un préstamo de 130.000 millones de euros, y le serán condonados unos 100.000 millones euros de la deuda. Gracias a los efectos de estos dos hechos combinados el país podrá reanudar su desarrollo y los sacrificios de los que más sufren serán exonerados", aseguró el primer ministro.