La Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Navy Pillay, lanzó ayer un mensaje al Consejo de Seguridad, en vísperas de la celebración del día internacional de los derechos humanos, para que actúe ante la creciente represión en Siria.

Pillay volvió a llamar la atención sobre la delicada situación que vive la población civil en Siria, país que se dirige hacia una guerra civil, según alertó de nuevo, y reconoció que, si el Consejo de Seguridad del organismo hubiera actuado ya ante esa situación, se podrían haber salvado las vidas de muchos sirios.

"La última vez que acudí al Consejo de Seguridad en agosto, dije que en Siria se había matado al menos a 2.000 personas. Ahora son más de 4.000. Se podría haber cambiado las vidas de las personas si el Consejo de Seguridad hubiera actuado", dijo Pillay ante la prensa en la sede central de la ONU en Nueva York.

La Alta Comisionada, que defendió las cifras que maneja el organismo internacional sobre las víctimas de la represión del Gobierno de Bachar al Asad, indicó que no le corresponde hablar "de qué tipo de acción", pero abogó por tener presente la necesidad de Naciones Unidas de defender las vidas de los civiles.

Las palabras de Pillay se produjeron mientras los miembros del Consejo de Seguridad negociaban la posibilidad de que la Alta Comisionada informe a ese órgano nuevamente de las últimas cifras que maneja la ONU sobre las víctimas de la represión dirigida por Asad, algo para lo que inicialmente no había acuerdo.

Francia y sus socios europeos además de EEUU habían pedido celebrar una reunión con Pillay, mientras que Rusia, China, Brasil e India eran reticentes a ello.

Finalmente, según informaron fuentes diplomáticas, los quince miembros del Consejo de Seguridad accedieron ayera que Pillay comparezca el próximo lunes, aunque su reunión e informe será a puerta cerrada.

Brasil, India y Sudáfrica, además de Líbano, se abstuvieron en los distintos intentos de condena al régimen de Al Asad en el seno del Consejo de Seguridad, mientras que Rusia y China se han opuesto abiertamente e incluso ejercieron su poder de veto en octubre para bloquear una resolución de condena.

32 muertos

Sobre el terreno, al menos 32 personas murieron ayer en Siria, entre ellas siete menores y cuatro soldados desertores, al reprimir las fuerzas de seguridad las manifestaciones convocadas en todo el país contra el régimen de Al Asad.

Los opositores Comités de Coordinación Local informaron en un comunicado de la muerte de 18 personas en Homs (centro), cinco en Idleb (norte), cuatro en Hama (centro), tres en los alrededores de Damasco y dos en Deraa (sur).

La ofensiva de las fuerzas leales al régimen volvió a centrarse en la ciudad de Homs, uno de los principales feudos de la oposición y que, según la organización Human Rights Watch (HRW), ha sido objeto de crímenes contra la Humanidad desde que comenzó a mediados de marzo la revuelta contra Al Asad.

Entre las víctimas mortales de Homs hay dos mujeres y la mayoría de los fallecimientos se produjeron por disparos de las fuerzas de seguridad y del ejército, desplegado en algunas zonas de la ciudad.

Los barrios más afectados fueron Al Bayada, Dir Baalba, donde se oyeron varias explosiones, Baba Amro y Karam al Zeitun.

En cuanto a los soldados disidentes fallecidos, los Comités dijeron que perdieron la vida en la provincia de Idleb, pero no especificaron las circunstancias de su muerte.

Esta provincia es escenario frecuente de combates entre las tropas regulares y los desertores del Ejército, que se cuentan por varios millares y se han organizado en el denominado "Ejército Sirio Libre". También en Idleb, en la conflictiva localidad de Maaret al Neeman, murió un niño de 13 años por los disparos de las fuerzas de seguridad.