Los ministros de Exteriores de la Liga Árabe reunidos ayer en Rabat dieron un nuevo plazo de tres días al Gobierno de Siria en el cual debe poner fin a la represión contra manifestantes y permitir la entrada de un equipo de observadores.

No obstante, no aclararon qué ocurrirá si Damasco incumple este plazo ni si se trata del último intento para resolver la crisis siria de forma diplomática.

"No queremos hablar sobre un intento desesperado porque no quiero que esto suene a amenaza", apuntó el jefe de la diplomacia qatarí, Hamad Bin Jassim al Thani, si bien admitió que cada vez está más cerca "el fin del camino" en lo que se refiere a esfuerzos de la Liga Árabe.

Por su parte, el secretario general de este bloque transnacional, Nabil Elaraby, aseguró que, pese a la creciente presión sobre el régimen de Bashar al Assad, aún no ha llegado el momento de que la Liga Árabe celebre una cumbre específica sobre el conflicto sirio.

Entre tanto, el ministro de Exteriores catarí, Hamad bin Yasem al Zani, que es también presidente de la comisión ministerial de la Liga Árabe encargada de buscar una solución a la crisis de Siria, dijo que "los observadores se encargarán de investigar la aplicación de los dispositivos del plan árabe para solucionar la crisis en Siria y proteger a los civiles" de este país.

En otro orden de cosas, la organización panárabe pidió a Siria que retire a su delegado permanente, Yusef Ahmed, tras unas declaraciones "no diplomáticas" que realizó el pasado sábado.

En un comunicado distribuido por los representantes de la Liga Árabe, la organización exige también que "el Gobierno sirio se disculpe oficialmente tras las declaraciones no diplomáticas del delegado permanente sirio hacia el Consejo de la organización".

Mientras, lejos de reconducirse la situación, la violencia se recrudeció ayer en numerosas localidades de Siria con un total de 16 civiles fallecidos, según los cálculos de los grupos opositores.

En esta línea, fueron atacadas las embajadas de Marruecos, Qatar y Emiratos Árabes en Damasco. Todo apunta a que los atentados, imputados a partidarios de Bashar al Assad, se produjeron en contestación a la decisión de la Liga Árabe de retirar a Siria como miembro. A tenor de los acontecimientos, Francia llamó a consultas a su embajador en Siria y cerrado sus delegaciones diplomáticas en el país.

Por otro lado, supuestos soldados desertores atacaron al amanecer una sede de la Inteligencia militar siria en la localidad de Harasta, cerca de Damasco, sin que por el momento se sepa si se produjeron víctimas, según los Comités de Coordinación Local. Una fuente de esa organización opositora precisó que los atacantes, que emplearon armas ligeras en el asalto contra una sede secundaria de la Inteligencia Aérea, son miembros del llamado Ejército Libre Sirio.

Al parecer, a raíz del ataque tuvo lugar un prolongado tiroteo y varios helicópteros sobrevolaron el complejo militar. La denominada Brigada Jaled bin Walid de ese grupo de soldados desertores reivindicó el ataque en su página de Facebook, sin dar más detalles.