La Unión Europea (UE) se ha marcado como prioridades en Libia la cooperación con las nuevas autoridades para el control de las fronteras, el desarrollo de la sociedad civil y la mejora de los medios de comunicación.

Así lo expresó el delegado de la Unión Europea en Trípoli, Jim Moran, en una entrevista en la que subrayó que en esta nueva etapa que se inaugura en Libia la ayuda para construir el país debe centrarse más en la cooperación técnica que en la financiera.

"No es tanto el dinero, lo importante es la asistencia técnica. La principal necesidad parece que es el cómo", indicó Moran quien insistió en que en uno o dos meses podría estar abierta la misión permanente de la UE en la capital libia.

Puso como ejemplo el caso de la sociedad civil, cuyo desarrollo fue coartado por el régimen durante sus 42 años de existencia, y apuntó que han sostenido contacto con "mucha gente con numerosas ideas", que tiene "una gran energía positiva", y que sólo necesita ayuda técnica para pasar a la práctica.

"El reto es grande pero la energía también es grande y las ideas son muy buenas", insistió el funcionario.

En cuanto a la administración de las fronteras, comentó que la Unión Europea no tenía previsto enviar gente para el control físico del vasto territorio que Libia comparte con sus vecinos, sino la ayuda de expertos para superar lo que definió como un "gran reto", sobre todo por la geografía.

Los países limítrofes, especialmente Argelia y Níger han mostrado su preocupación por el conflicto armado y por el tránsito incontrolado de armamento entre los distintos Estados por las permeables fronteras desérticas libias.

Unas armas cuyo destino final ha sido, en gran parte y según numerosas denuncias, el grupo terrorista Al Qaeda en el Magreb Islámico, cuyo campo de operaciones se centra en Mauritania, Argelia, Níger y Mali.

No obstante, el funcionario europeo hizo hincapié en que en la etapa actual el trabajo se debía centrar primero en trabajar con los libios para conocer sus necesidades antes que en buscar la coordinación internacional con los países vecinos.

Morgan también destacó que "el espíritu de cooperación con las autoridades libias es fuerte" y que "los europeos son muy bien recibidos" en el país norteafricano.

Durante la entrevista, y con un espíritu marcadamente optimista, Moran destacó el hecho de que a pesar de que continúa la lucha entre los rebeldes y las brigadas del coronel Muamar al Gadafi, que aún resisten en Sirte y Bani Walid y algunas localidades del sur del país, el conflicto avanza "hacia el final".

Subrayó que había algunas cuestiones que aún no se habían resuelto además de la formación del nuevo gobierno temporal, cuyo anuncio estaba previsto para el pasado domingo y cuyas discusiones se han pospuesto sine die.

"La policía no está en la calle y hay milicias en la ciudad, y algunas veces esto puede crear dificultades", consideró Moran, que invocó a la paciencia para dejar a las autoridades nacionales que encaucen el proceso.

"Comprendemos que es un proceso complejo que necesita tiempo; debemos esperar a que los libios terminen su proceso interno porque es suyo, es su revolución", estimó el delegado de la UE, que llegó a mediados de mes a Trípoli, tomado por los rebeldes el pasado 23 de agosto.

Moran subrayó que la UE trabaja "muy de cerca con el Consejo Nacional de Transición (CNT) y con la ONU", y que está comprometida con "el plan común que se definió en la conferencia de París con las Naciones Unidas para coordinar la ayuda internacional", celebrada el pasado 1 de septiembre.

En el marco de este plan común, Bruselas anunció ayer el levantamiento de más sanciones económicas, esta vez, para apoyar el desarrollo de los sectores petrolero y financiero, y ayudar a la creación de la nueva administración civil.

Las relaciones entre la UE y el régimen de Gadafi nunca llegaron a cuajar. En 2004 la UE comenzó un diálogo informal con Trípoli después de que se levantaran las sanciones impuestas contra Libia y en 2008 dieron comienzo unas negociaciones para alcanzar un acuerdo marco, a imagen y semejanza del resto de sus vecinos mediterráneos.

Sin embargo, tanto las negociaciones como la cooperación económica y técnica, que habían comenzado en esos años, se suspendieron en febrero como muestra de condena por dura represión de las revueltas populares que estallaron el 17 de ese mes.

Los contactos entre la UE y Trípoli se retomaron después de esa fecha pero con las nuevas autoridades del país, representadas en el Consejo Nacional de Transición.