Los supervivientes de la masacre de Utøya, en la que murieron 69 de las 77 víctimas del doble atentado del 22 de julio perpetrado por el ultraderechista Anders Behring Breivik, volvieron ayer a la isla para rememorar la tragedia nacional noruega.

Esta visita, que siguió a la efectuada el viernes por los familiares de los fallecidos, centró los actos de la segunda de tres jornadas de luto por las víctimas de los atentados, a punto de cumplirse un mes desde que se produjeron, y que se cerrarán hoy con un memorial en el Oslo Spektrum.

Cerca de un millar de personas, entre supervivientes y acompañantes, llegaron por la mañana a Utvika, frente a la isla en la que Breivik disparó indiscriminadamente contra decenas de personas, que asistían al campamento de las Juventudes Laboristas (AUF).

Desde allí embarcaciones del Ministerio de Defensa los trasladaron a Utøya, donde se preservó su intimidad, apenas alterada por algunos policías, médicos y personal de ayuda psicológica, ya que no hubo cobertura mediática por decisión de las autoridades, extensiva a los otros actos conmemorativos, menos el memorial.

Muchos de los jóvenes encendieron velas y depositaron flores o cartas en los lugares en los que el fundamentalista cristiano disparó a sus compañeros.

En un intento por devolver la normalidad a la isla, precintada por la policía desde el día 22 y que estuvo abierta el viernes y ayer para la visita de familiares y supervivientes, las AUF programaron para el final una reunión donde hubo canciones y discursos, entre ellos, el del primer ministro noruego, Jens Stoltenberg.

Mientras, los supervivientes y los familiares de las víctimas del atentado con coche bomba que provocó la muerte de 8 personas unas horas antes que la matanza de Utøya acudieron también al escenario de la tragedia, en el complejo gubernamental de Oslo.