El líder norcoreano, Kim Jong-il, abandonó ayer Corea del Norte a bordo de su tren blindado para visitar por sorpresa Rusia, donde se reunirá con los dirigentes de este país y viajará a la inhóspita región siberiana donde nació en 1942.

El tren de Kim, de 69 años, cruzó esta mañana la frontera de apenas 20 kilómetros que separa ambos países y prosiguió su travesía por la línea férrea de la región de Amur, en el extremo oriente ruso, con rumbo desconocido.

El "amado líder", como es conocido por sus súbditos comunistas, tiene previsto visitar durante una semana la región, cuya capital es Vladivostok, donde ya estuvo en su última visita en 2002, y también Siberia, según informan las agencias rusas.

Fuentes diplomáticas informaron ayer que el presidente Dimitri Medvedev se reunirá con Kim el martes en la ciudad de Ulán-Udé, capital de la república siberiana budista de Buriatia, que limita al sur con Mongolia.

Kim, que tiene un miedo atroz a volar y cuyo estado de salud ha despertado numerosos especulaciones en los últimos años, fue recibido en la frontera por el gobernador regional y el representante del Kremlin en el lejano oriente.

Por el momento, se desconoce si junto a Kim viaja su hijo menor y más probable sucesor, Kim Jong-un, que en caso de asumir el poder sería la tercera generación de la primera dinastía comunista de la historia.

Tampoco se sabe si se reunirá con el primer ministro ruso, Vladímir Putin, con quien se entrevistó en Moscú en 2001 en su primera visita a Rusia, cuando cruzó toda Siberia a lomos de uno de sus seis lujosos trenes. Entonces, ambos países firmaron la Declaración de Moscú, en la que ambas partes abogaron por impulsar la amistad y cooperación tras más de una década de enfriamiento debido a la caída de la Unión Soviética.

Según la prensa local, Kim abordará durante su visita a Rusia la crisis nuclear coreana, cuyas negociaciones multipartitas están estancadas desde 2008 debido a los ensayos nucleares efectuados por Pyongyang y varios incidentes militares con Seúl.