El presidente de EEUU, Barack Obama, recibió ayer al Dalai Lama en la Casa Blanca en un claro espaldarazo a los derechos humanos en el Tíbet y pese a las quejas de Pekín, que instó a Washington a cancelar el encuentro.

"El presidente se reunió esta mañana en la Casa Blanca con su santidad el XIV Dalai Lama", indicó la Casa Blanca en un comunicado, en el que señaló que Obama "subrayó la importancia de proteger los derechos humanos de los tibetanos en China".

Obama reiteró también su "fuerte respaldo" a la preservación de las "extraordinarias tradiciones religiosas, culturales y lingüísticas del Tíbet y el pueblo tibetano en todo el mundo". Asmismo, alabó el compromiso del Dalai Lama con la paz y el diálogo con Pekín y recordó que EEUU cree que el Tíbet es parte de China y no respalda la independencia de la región.

El mandatario insistió en que Washington apoya el "diálogo directo" entre los líderes tibetanos y Pekín para solventar las diferencias entre ambos. Aprovechó, además, para hacer hincapié en la importancia que otorga a la cooperación y la alianza con China.

El líder espiritual tibetano aseguró que no busca que el Tíbet se independice de China y espera que el diálogo entre ambas partes se reanude pronto, según el comunicado difundido por la residencia oficial estadounidense.

Pekín ha mantenido nueve rondas de diálogo con representantes tibetanos, la última en enero de 2010, sin que por el momento se hayan registrado avances tangibles.

La reunión se produce al final de la visita de once días del Dalai Lama a Washington, donde lideró un multitudinario ritual espiritual a favor de la paz, que congregó a decenas de miles de personas llegadas de todas parte del mundo.

Esta es la segunda vez que Obama recibe al Dalai Lama. El primer contacto fue en febrero de 2010, durante un encuentro privado en la Casa Blanca que suscitó, al igual que el de ahora, fuertes quejas por parte de Pekín.

China acusa al Dalai Lama, exiliado en India desde 1959, de ser un separatista que persigue la independencia del Tíbet. El monje budista asegura querer, simplemente, un Tíbet autónomo con libertad para expresar su identidad.

"Nos oponemos firmemente a que todo político extranjero se reúna con el Dalái Lama, sea cual sea la modalidad del encuentro", afirmó desde Pekín el portavoz de Exteriores chino, Hong Lei, quien advirtió de un posible deterioro en las relaciones bilaterales.

El Dalai Lama renunció en marzo a su papel como líder político en el exilio tras llegar a la conclusión, según recordó el jueves en el Congreso estadounidense, de que el combinar ambos roles restaba legitimidad a su discurso en pro de la democracia.

El líder budista dice no haber perdido la esperanza de regresar al Tíbet pese a la que el Departamento de Estado de EEUU describe como "severa represión cultural y religiosa" en la zona.

Así lo puso de manifiesto el sábado pasado durante una charla multitudinaria a favor de la paz en las inmediaciones del Capitolio, donde respondió con un rotundo "por supuesto que sí" a la pregunta de si confiaba en volver un día a su tierra natal.

"Las cosas cambian"

"Las cosas están cambiando", afirmó, para subrayar que el Partido Comunista chino practica un "comunismo capitalista". "Ese es un gran cambio", dijo sonriendo y recordó que el propio primer ministro chino, Wen Jiabao, ha reconocido que el país necesita reformas políticas. Dijo creer, por lo demás, que "la verdad y la compasión" triunfan a largo plazo sobre la violencia y la represión.

Durante su paso por Washington ha insistido en el valor del altruismo y en la necesidad de una revolución individual que conduzca a la paz interior, la única forma, en su opinión, de lograr una armonía duradera en el mundo.

Su prolongada estancia en la capital de EEUU, incluyó la celebración de su 76 cumpleaños, en la que participaron el nieto del líder pacifista indio Mahatma Gandhi y el hijo del reverendo Martin Luther King, ambos fallecidos.

La celebración concluyó ayer después de ser esparcida en el río Anacostia un mandala (dibujo de arena) elaborado meticulosamente por monjes budistas durante el encuentro del Verizon Center, en una ceremonia simbólica que busca ilustrar la no permanencia de todas las cosas.