Los ministros de Finanzas de la Unión Europea analizan hoy las medidas que van a aplicar para recapitalizar las entidades financieras que suspendan las pruebas de resistencia, que analizan su capacidad para aguantar un deterioro de la situación económica.

La reunión se celebra en medio de enormes turbulencias en los mercados por la falta de avances sobre el rescate a Grecia en el Eurogrupo de ayer, asunto que seguramente se abordará también hoy.

El objetivo del Ecofin es elaborar una estrategia común para ayudar a los bancos que saquen un suspenso en las pruebas, cuyos resultados se divulgarán el próximo viernes.

En marzo pasado el Consejo Europeo instó a los Estados miembros a preparar estrategias para reestructurar las instituciones vulnerables, incluyendo aportaciones del propio sector privado, como la financiación directa del mercado o venta de activos, y ayudas estatales acorde a las normas de la UE.

Los líderes de la UE reiteraron además en el Consejo de finales de junio que esas medidas deben ser adoptadas con rapidez, una vez que se publiquen los resultados, para evitar nuevas turbulencias en los mercados.

Sin embargo, según un documento preparado por altos cargos financieros de la UE al que tuvo recientemente acceso Efe-Dow Jones, algunos países no cuentan con legislación o liquidez suficiente para inyectar capital a los bancos que suspendan.

Las pruebas de resistencia se realizan en más de 91 entidades europeas, que representan el 65 % de los activos financieros de la región.

En este análisis, al igual que el año pasado, España vuelve a ser el país europeo que más instituciones aporta, 25 en total: 7 bancos tradicionales, 10 fusiones o alianzas de cajas y 8 cajas independientes.

La vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado, admitió ayer en Bruselas que alguna entidad bancaria española podría suspender las pruebas, debido al cambio en los criterios de evaluación respecto al año pasado.

Mientras, las bolsas europeas abrieron hoy con pérdidas y se desplomaban, en una en una jornada que está marcada por los ataques que sufre la deuda soberana europea, entre ellas la española, cuya prima de riesgo supera los 370 puntos básicos.