Siria fue escenario ayer de una nueva jornada de multitudinarias protestas contra el presidente Bachar al Asad, en las que murieron una decena de personas debido a la represión de las fuerzas del orden.

Los cuerpos se seguridad sirios volvieron a disparar ayer contra los manifestantes para acallar las voces que piden la caída del régimen e intentar dispersar las protestas, que se extendieron por todo el país. En el denominado "Viernes de la salida", la represión fue especialmente sangrienta en la ciudad de Homs, en el centro del país, en los alrededores de Damasco y en la provincia de Idleb, en la frontera con Turquía.

El director de la Organización Nacional para los Derechos Humanos, Ammar Qurabi, dijo que disponía de informaciones que apuntaban que al menos diez personas fallecieron ayer.