La contienda entre las tropas del coronel Muamar Gadafi y los rebeldes libios que quieren derrocarle, se centró ayer en la ciudad costera de Misrata, sitiada desde hace dos meses y sometida a un bombardeo incesante, especialmente intenso en las últimas 72 horas.

Desde el jueves al alba los misiles Grad, los obuses de diferente calibre y las bombas de varios tipos han caído como lluvia y de forma indiscriminada sobre la ciudad. Al menos tres civiles murieron ayer y otros tantos resultaron heridos de diversa consideración, según dijeron testigos a la cadena de televisión catarí Al Jazeera.

En tres días 50 personas han perdido la vida, de las cuales cinco de nacionalidad egipcia, en esta región de Libia.

El terror y la destrucción se escenifican en Misrata, con casas en ruinas o parcialmente derrumbadas, muros con decenas de impactos de proyectiles, calles bloqueadas por escombros, vehículos calcinados, llamas, columnas de humo negro y el caos en el más amplio sentido de la palabra.

La situación empeora cada día en la ciudad, donde no hay agua corriente, electricidad ni medios de comunicación, mientras que escasean los alimentos.

El puerto, la única vía de esperanza de la ciudad y por donde llega la ayuda a sus habitantes, fue cerrado el viernes debido a los bombardeos.

En cuanto a las acusaciones de la organización proderechos humanos Human Right Watch (HRW) sobre el uso de bombas de racimo de fabricación española por parte de las fuerzas leales al dictador, el portavoz del Gobierno libio, Musa Ibrahim retó a demostrarlo. "Al utilizar esas bombas, las pruebas permanecerían durante días y semanas, y sabemos que la comunidad internacional va a venir pronto en masa a nuestro país, así que no podemos hacerlo", apuntó al tiempo que añadió que el régimen ha invitado al Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) a visitar Misrata.

Mientras, la OTAN informó ayer de que ya ha llevado a cabo un total de 3.670 operaciones militares aéreas desde que tomó el mando de la operación y Francia e Italia han accedido a enviar "instructores sobre el terreno" para adiestrar a rebeldes libios. Por su parte, el Gobierno alemán ha congelado cuentas del régimen del dictador libio Muamar el Gadafi por un valor de 6.000 millones de dólares (4.150 millones de euros).