La elevación del nivel de gravedad del accidente nuclear de Fukushima, en Japón, al grado máximo de 7 no tiene incidencia en la salud pública que requiera de nuevas medidas de prevención, según aseveró ayer la Organización Mundial de la Salud (OMS).

"Desde el punto de vista de la salud pública, no hay necesidad de que se adopten nuevas medidas" aparte de las que ya se han tomado, como evacuaciones en las zonas cercanas a la central nuclear, señaló en conferencia de prensa María Neira, directora de Salud Pública y Medioambiente del organismo.

"Otro tema son las consecuencias medioambientales, pero la OMS no es quien debe valorar esto", agregó Neira acerca del anuncio ayer del Gobierno nipón de equiparar en el nivel 7 de gravedad el accidente de Fukushima con el acaecido en 1986 en Chernóbil.

La responsable de la OMS marcó distancias entre el accidente ocurrido en aquella central ucraniana -considerado hasta ayer el más grave de la historia- y el de la planta nuclear nipona, aunque subrayó que hablaba siempre en cuanto a la "salud pública".

Mientras, Abel González, miembro de la Comisión de Estándares de Seguridad del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), argumentó que la falta de información sobre la situación en la central de Fukushima hace imposible establecer aún si sus efectos serán finalmente peores que los del accidente de la planta ucraniana.

Entre tanto, los primeros aviones comenzaron ayer a aterrizar en el aeropuerto de Sendai, golpeado por el tsunami de hace más de un mes, como símbolo de una normalidad que aún avanza lentamente, sobre todo en la central nuclear.

Las constantes réplicas -la más fuerte registrada ayer de 5,8 grados- no permiten un momento de relajación a los cientos de miles de damnificados por el terremoto de 9 grados del 11 de marzo, que ha dejado ya más de 13.300 muertos y 15.148 desaparecidos.

El devastador tsunami hizo que ayer el Gobierno de Japón revisase a la baja, por primera vez en seis meses, su evaluación de la economía del país, especialmente en la potente industria exportadora, aunque confió en que el impacto sea solo a corto plazo. De hecho, el ahorro energético, las fábricas dañadas y los problemas de radiactividad en las zonas cercanas a la central nuclear están lastrando a todas las empresas japonesas.