El Gobierno británico mantendrá el rumbo de la austeridad fiscal para tratar de recuperar la economía británica, que se contrajo un 0,6 % en el último trimestre de 2010 y que afronta un débil pronóstico para 2011 con una elevada inflación.

El ministro de Economía, George Osborne, presentó hoy en el Parlamento los presupuestos para el ejercicio fiscal 2011-2012, que mantendrán el espíritu de los fuertes recortes aprobados en octubre pasado por el Gobierno de coalición conservador-liberaldemócrata.

La receta es contener el gasto para reducir el déficit público al 3 % en 2015, no incrementar la presión fiscal directa, aumentar los impuestos indirectos (principalmente el IVA, que en enero pasado subió del 17,5 al 20 %) y reducir el impuesto sobre el beneficio de las empresas hasta el 23 % para el año 2015, desde el 28 % actual.

Según declaró Osborne en la Cámara de los Comunes, se trata de unas cuentas que promoverán "el crecimiento y el empleo", diseñadas sobre la base de que para lograr un crecimiento sostenido en el futuro es necesario sanear previamente las finanzas nacionales.

Las cifras macroeconómicas actuales son malas, con la producción deprimida, la inflación en el 4,4 % y el desempleo en el 8 % de la población activa, el nivel más alto desde 1994.

Pero el "canciller del Exchequer" insistió en que "no podemos permitirnos ceder" tras el sacrificio realizado hace cinco meses con el programa de recorte del gasto público más severo en décadas.

El Gobierno recortó entonces 81.000 millones de libras de los presupuestos con el objetivo de reducir un déficit público que llegó al nivel histórico de 160.000 millones de libras (11,4 % del PIB), y una deuda pública que supero el billón de libras, el 71,3 % del PIB.

El recorte supuso reducciones medias del 19 % para los departamentos del Gobierno y la supresión de decenas de miles de empleos públicos, así como un profundo plan de reforma del Estado del bienestar, con la eliminación de numerosas ayudas sociales.

Este tijeretazo es el responsable, a juicio de la oposición laborista y de los sindicatos, de que la economía se contrajera un 0,6 % entre octubre y diciembre de 2010, un retroceso que el Gobierno atribuyó a una temporada invernal particularmente fría.

El ministro reconoció que el panorama no es fácil y lo hizo con cifras al rebajar la previsión oficial de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en 2011 del 2,1 % al 1,7 %.

Osborne citó las últimas cifras facilitada por la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR) sobre la evolución de la economía británica, que prevén además un crecimiento del 2,5 % para 2012, del 2,9 % en 2013, del 2,9 % en 2014 y del 2,8 % en 2015.

La inflación permanecerá entre el 4 % y el 5 % durante buena parte de este año, para bajar a en torno del 2,5 % en 2012 y al 2 % -el objetivo oficial del Banco de Inglaterra- durante el año 2013.

Además, Osborne informó de que el agujero de las finanzas públicas es mayor de lo que evaluó previamente la OBR y alcanzará los 122.000 millones de libras (140.147 millones de euros), frente a los 117.000 millones inicialmente previstos.

La previsión del Gobierno es que el déficit se reduzca hasta los 101.000 millones de libras en el próximo ejercicio fiscal (entre abril de 2012 y 2013), hasta los 70.000 millones en 2013-2014, los 46.000 millones en 2014-2015 y los 29.000 millones en 2015-2016.

En este contexto, Osborne defendió que las nuevas cuentas del Estado buscan "reformar la economía de la nación, para que podamos tener un crecimiento duradero y empleos en el futuro".

El ministro destacó que no se incluye un incremento de la carga fiscal ni más gasto y que el mensaje que se envía al mundo es que el Reino Unido "está abierto para los negocios".

Para aliviar la carga que el deterioro económico ha causado a los ciudadanos, el Gobierno anunció, entre otras cosas, la bajada en 1 penique por litro del impuesto sobre los carburantes y el incremento de la horquilla de quienes no tienen que pagar impuestos desde la barrera de las 7.475 libras de ingresos anuales hasta las 8.105.

Esto supone que 1,1 millón de personas no pagarán impuestos.

El líder laborista, Ed Miliband, criticó los presupuestos por considerar que empeorarán la economía y beneficiarán a las grandes empresas -sobre todo a los bancos- y no a los ciudadanos.

Miliband consideró "maquillaje" medidas como la reducción del impuesto al combustible, ya que "rebaja ese impuesto en 1 penique por litro después de haberlo subido 3 peniques con el IVA".

"Son los mismos viejos tories, los mismos viejos engaños", dijo.

El malestar de parte de la ciudadanía lo expresó un grupo de mujeres que se concentraron frente a Downing Street para protestar contra lo que calificaron como "el presupuesto de los bancos".

Estas mujeres calificaron de "devastador" el impacto de las políticas del Gobierno en el sistema de protección social, ya que en los últimos meses han supuesto la desaparición de decenas de programas de ayuda a mujeres, niños y discapacitados.