Los restos del ex presidente Néstor Kirchner fueron trasladados hoy a su natal Río Gallegos para encontrar allí destino final tras una multitudinaria despedida en Buenos Aires, donde decenas de miles de personas le dieron el último adiós al dirigente político argentino.

En Río Gallegos, capital de la provincia de Santa Cruz, en el extremo sur de Argentina, una multitud aguardaba el cadáver del ex mandatario para acompañarlo a un panteón familiar del cementerio de la ciudad, a 2.600 kilómetros al sur de Buenos Aires.

Tras 26 horas de velatorio en la sede del Gobierno, el féretro recorrió las calles de Buenos Aires en un cortejo seguido por una multitud que despidió con flores, banderas y fotos a quien fuera jefe del gobernante Partido Justicialista (PJ, peronista) y secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

Desde la sede del Gobierno, donde más de 100.000 personas personas dieron su adiós a Kirchner, el cortejo se trasladó al aeropuerto metropolitano de Buenos Aires y desde allí un avión partió con los restos a la patagónica Río Gallegos, donde será sepultado en un panteón familiar durante una ceremonia íntima.

Escoltado por un centenar de granaderos, el cortejo encabezado por la esposa de Kirchner, la presidenta Cristina Fernández, recorrió casi cinco kilómetros por emblemáticas avenidas porteñas rociado por la lluvia que no empañó la despedida ni espantó a los asistentes, que cubrieron el coche fúnebre de flores.

"Néstor, querido, el pueblo está contigo", "Para Cristina, la reelección" eran algunos de los cánticos que se escucharon a lo largo de la caravana, matizado por himnos, aplausos y gritos en favor del ex mandatario, cuyos restos fueron cubiertos por una bandera argentina.

En Río Gallegos, la fotografía es similar, con numerosas personas que esperan la llegada del cuerpo al lado de la ruta y en las inmediaciones del cementerio municipal, portando flores y carteles de aliento.

Allí lo aguardan varios pobladores, muchos de ellos vecinos que le conocieron de pequeño, que siguieron de cerca su carrera política, en la que pasó de ser alcalde de Río Gallegos para convertirse en tres veces gobernador de Santa Cruz y alzarse más tarde a la presidencia de Argentina, entre 2003 y 2007.

Pero una vez finalizado su mandato como presidente, Kirchner continuó amasando poder, al punto de ser considerado el jefe político del país y acariciar nuevamente la idea de ser candidato a mandatario en las elecciones de 2011.

El posicionamiento de Kirchner, fallecido el miércoles a los 60 años de un ataque cardíaco, quedó reflejado en el multitudinario velatorio en el "Salón de los Patriotas Latinoamericanas" de la Casa Rosada, sede del Gobierno, donde Cristina Fernández acompañó la mayor parte del tiempo el féretro, arropada por sus hijos, Máximo y Florencia.

A la visita al funeral de ocho presidentes latinoamericanos se sumó hoy la de la ministra de Asuntos Exteriores de España, Trinidad Jiménez, y el ex presidente del Gobierno español Felipe González, quienes saludaron a Fernández, vestida con un traje negro y en todo momento con gafas oscuras.

La mandataria decidió incluso prolongar dos horas más de las 24 previstas el velatorio de su esposo para dar oportunidad a que las miles de personas que todavía aguardaban frente a la Casa Rosada pudieran despedir los restos de Kirchner, fallecido en la sureña localidad de El Calafate, donde descansaba junto a su esposa.

Muchos esperaron más de diez horas de pie en una interminable fila que por momentos ha llegado a superar los dos kilómetros para acceder al velatorio, donde los besos a la presidenta se combinaron con gritos de "fuerza", llantos y hasta un improvisado Ave María entonado por un barítono.

La congoja popular por el fallecimiento del ex presidente no impidió, sin embargo, que se multiplicaran las conjeturas políticas entre dirigentes y analistas sobre el incierto futuro político que se abre sobre los hombros de Cristina Fernández tras perder a su socio político y marido por 35 años.